Si la Cancillería se abocara a tomar en serio el único país con el que tenemos una balanza comercial de mil por uno a nuestro favor; por ejemplo, activando una Comision Mixta Dominico-Haitiana (plataforma de negociación permanente que nunca ha funcionado); informándose a fondo de los determinantes cambios y soluciones que se plantean desde aquel lado de la frontera, y actuando frente a los competidores que inciden en ese mercado de 12 millones de consumidores, no estaría clamando porque  venga la OMC a hacer valer nuestras razones. Lo que no deja de ser penoso.