Nos encontramos al final de un ciclo. Termina un año, una vuelta al sol. Hemos terminado otro año más de vida, de aprendizajes, de logros y enseñanzas que nos ayudan a avanzar y alcanzar nuevas metas. Generalmente pasamos balance a lo obtenido en este ciclo, sobre lo que habíamos estipulado en las metas a alcanzar.

Ahora estableceremos nuestras nuevas metas, ordenaremos nuestros nuevos planes que guíen nuestras acciones de vida hacia nuevos logros. Lo que esperamos es llevar a cabo las acciones que nos permitan continuar alcanzando las metas y cumpliendo con las tareas mediante las cuales alcancemos los objetivos.

Igualmente termina, por si no nos hemos dado cuenta, otro ciclo mayor, una década. En unos escasos cuatro días iniciaremos la tan mentada década 2020-2030. Institucionalmente es un plazo relativamente pequeño, pero puede cortarse en lustros y así las empresas e instituciones pueden establecer sus planificaciones a mediano y largo plazo. Las metas, los objetivos y el trabajo para lograrlos deben conseguirse con ahínco y dedicación, de manera pulcra y eficiente, mediante la participación, el concurso y el aporte valioso de todos los miembros de las organizaciones. Al final de cuentas somos todos y nuestros planes y objetivos se entrelazarán y se encontrarán entre cada uno de aquéllos, de manera que lo que logres tú, el otro y aquél sirva para que yo alcance mis logros.

En estos tiempos también renovamos nuestros votos espirituales. Estacionamos un poco la carne para enaltecer el espíritu y vivir según la experiencia espiritual que igualmente forma parte de nosotros, de nuestros planes y de nuestros deseos más sentidos. Por eso es importante tener siempre en cuenta en nuestro accionar a nuestra espiritualidad, dar cabida a los sentimientos y hacer las tareas con amor y dedicación, enalteciendo el espíritu de bondad que existe en cada uno de nosotros, lo cual nos permitirá facilitar el cumplimiento de nuestros objetivos y metas.

En este nuevo año, en esta nueva década, pongamos el amor en cada uno de nuestros actos, no sólo hacia nosotros mismos, sino hacia todos los que nos rodean. Es una fórmula infalible para recibir amor desde cualquier parte sin que la estemos esperando. Eso nos traerá la felicidad que estamos buscando y que no está en ningún lugar físico, sino en la alegría y la satisfacción del deber cumplido, de la meta alcanzada, del amor entregado. Feliz año nuevo 2020!