Nos engullen  y nos ahogan en un vano esfuerzo por esconder la  realidad. A fuerza  de martillarnos el peso gravitante del poder mediático nos inducen al “conocimiento” de una  realidad factual  que no tiene asidero con la existencia, con la verdad. El ritmo  es sumamente atropellante. Más que golpe  de timón nos encarcelan en un golpe despiadado  de publicidad. Verbigracia: por el anuncio  del gobierno  de sus 7 años sabemos que han construido 6,000 viviendas en ese lapso. Sin embargo, su propuesta era  de 10,000 viviendas anuales. ¡Han gastado relativamente más dinero promocionando la  barquita que lo que costó el proyecto.

En este pantano artificial no había  asistido  a una construcción  de imagen de un gobierno con tantos gastos: Entre 11  a 13 millones  de pesos diario. Una orografía  cuasi volcánica. Una presencia sempiterna  que nos  asfixia. Una debilidad que con dura energía  trasforma haciendo de nuestro país otro país que no existe. La  democracia, como  decía W. Churchill “es la peor forma  de gobierno  excepto todas las otras que  se han intentado  de  vez  en cuando”.

La democracia, nos diría Manuel Castells “ se construye en torno  a las  relaciones  de poder social  que la  fundaron y va  adaptándose  a la evolución  de  esas  relaciones  de poder pero privilegiando el poder que ya  está cristalizando en las instituciones”. Las instituciones son creadas por  las personas para satisfacer  sus necesidades. Ellas evolucionan conforme al grado  de  desarrollo histórico, sin embargo, lo que las hace trascendente  es como ellas, en su fisonomía, van configurando su hegemonía por encima  de los  seres humanos. Es lo que  verdaderamente le  da vitalidad  a la democracia. La  democracia no puede  revitalizarse  en su permanente construcción con la máscara  de la mentira, el engaño, la simulación, pues sus  ejes   esenciales  se vuelven muto. No camina  al paso acompasado  del crecimiento con el desarrollo, del crecimiento con más y mejor inclusión, con mejor justicia en lo material y en lo  espiritual.

Prueba al canto: el Presupuesto  del 2020  es  de RD$997,119 Mil Millones  de pesos. Los ingresos serán  de RD$750,823 Mil millones. Los  gastos  de RD$861,074. De entrada un déficit  de RD$110,000 Mil millones de pesos, equivalente  a 2.5 del PIB. El monto  de financiamiento  será aproximadamente  de RD$247,000 Mil millones  de pesos, algo igual  a U$4,900 (Cuatro Mil Novecientos millones  de dólares), rondando  cerca del 5.7% del PIB. Nuevamente  el monto  de inversión  de capital será menor que el pago  de intereses  de la deuda y ni hablar  del saldo  de la deuda (Amortización +Intereses). ¡Más  del 85% del presupuesto va  a  gastos corrientes. Así no podemos hablar  de  desarrollo ¡. Es un verdadero pantano artificial en el que patinamos y no logramos situarnos en paralelo, de manera horizontal entre el crecimiento y el desarrollo.

La política  es inexorablemente conflicto, entraña  en su propio vientre competencia. No obstante, ha  de acusar de manera ineludible, insoslayable, un mínimo de  reglas,  de regulaciones  que permitan que los actores  en competición lleven en su propio seno el mismo signo de igualdad. A lo que hemos asistido desde el 22 de julio  más que una precampaña para elegir  a los candidatos  de dos partidos; pero sobre todo, en el partido en el poder es una campaña. Dicho  de otra manera, la precampaña no  tendrá nada  de diferente  a  las que  se pautan para febrero y mayo. El tope de por si derivado  de la misma Ley  de Partidos Políticos es muy alto para una precampaña: RD$519 millones  de pesos,  para  gasto el escalón presidencial; empero, la visibilidad nos indica que  es más.

¡Es la plutocracia que  se quiere imponer sin más formación y  talento, sin más integridad. Lo que  vemos  es una grosera ostentación del poder  del Estado, que  degrada, humilla, rebaja  a la democracia. En ningún país  del mundo, que no  sea una dictadura  se asiste  a una asimetría electoral con tal magnitud Cuasi es una bajeza que anida horror, espanto. En una  democracia  de mediana intensidad  esto no  es posible.

Ocurre porque  tenemos al mismo tiempo una clase empresarial, una burguesía meramente que piensa en su  rentabilidad, sin ver la sociedad en su conjunto,  en una visión con los compromisos y valores  de la democracia; donde se supone que  esa elite ha  de sintonizar con la  evolución social, política, económica y cultural. Alienados  en sus cortos intereses corpóreos, trastocan la medianía  de la Ley  de Partidos. Llevaron al Tribunal Administrativo y allí plantearon que la  referida ley, perjudicaba la libertad  de empresa. Fue así que comenzaron los anuncios en televisión, radio y vallas. Una burguesía  atrapada  en la misma lisonja de una partidocracia sin sentido  de la historia. ¡ Creen que la democracia  es solamente mercado¡.

Cuando vamos  a otros países, nos encontramos que existen regulaciones  y actores económicos y políticos, se rigen por las  reglas  establecidas  a fin  de poder coadyuvar a una sociedad más equilibrada y con menos contaminación. Tenemos una burguesía que  expresa una insondable flojedad, una rotunda flaqueza,  endeblez que nos lleva  a  este cansancio  de precampaña, donde  actores “en competencia” no pueden forjar una idea, una conceptualización  de nada.

Los apologistas del candidato sin orografía, sin relieves, sin mapas, un engendro  del pantano  artificial, un invento que anida  encono, aversión, rencor con  el país, con la democracia,  de parte  de sus  artífices. Un soporte gubernamental que nos agrieta  como  país y someten  a la incertidumbre  a la Nación toda. ¡ Cimentado sobre un marketing político desenfadado, sin marca política, sin atributos ciertos, sin un relato  de campaña  creíble¡. Solo la plutocracia jorobando la vida, estropeando  aún más la calidad  de la democracia.

¡ Perforemos el cerco  del miedo que da pábulo  a los pantanos  artificiales  de la democracia dominicana,  a fin  de que no siga  este cauce famélico, diabético y caricaturesco  de nuestra  democracia¡.