Ya lo dijimos antes: “En el país se observa una creciente práctica de un discurso de odio y de delitos de odio contra la inmigración haitiana”. Aquellos que lo niegan no sólo engañan a su propia conciencia, sino que sacan a flote sus actitudes y sentimientos xenófobos y racistas, que los hace pensar y afirmar que la inmigración haitiana está generando grandes ansiedades y temores en la población dominicana.

Son los mismos que también achacan a la inmigración haitiana el ser la causante de un “pánico migratorio” que se manifiesta como un temor extendido entre un gran número de dominicanos que tienen la sensación de que un mal amenaza su vida, su interés, sus bienes y su seguridad.

Esta apuesta al pánico migratorio  explica la coincidencia de la permanente inmigración haitiana ,   pero sobre todo la masiva reciente,  con la trayectoria creciente de la xenofobia, el racismo y el nacionalismo chovinista y la pretensión  de  éxitos electorales de partidos y movimientos xenófobos, racistas y chovinistas y de sus patrioteros líderes y dirigentes de este lado de la isla.

Son los mismos que magnifican, deforman y patologizan la situación migratoria con el vecino país hasta convertirla en un fenómeno devastador que alimenta su encarnada “lucha patriótica” para defender a los propios frente a los extraños a sangre y fuego, asumiendo que mientras más dañino y despiadado se presente al “enemigo”, mayor será el heroísmo de quienes se atrevan a “declararle la guerra”.

Utilizan la lógica perversa que hace suponer de la intensificación del pánico es más profunda  y duradera cuando se enfoca de un adversario concreto, con nombre, color y raza determinados,  que cuando se proyecta sobre temores dispersos que tienen una presencia opaca en el ambiente porque no tienen un objeto específico conocido.

Su imaginación mixofóbica les lleva a creer y a adoctrinar a otros para también crean que “detrás de la masiva inmigración haitiana hay ciertas fuerzas impulsoras externas no identificadas”, y procuran estigmatizar a cualquier persona que disienta de su fanatizada ponderación y pretenda sacar a la luz su miseria y sus atavismos xenófobos.

Pretendiendo sacar partido a la afluencia de inmigrantes haitianos –de quienes se dice ponen en peligro la patria de los dominicanosestán entretejiendo estrategias que claramente responden a motivaciones políticas altamente cuestionables debido a los daños colaterales derivados del “pánico migratorio” y su mal uso.   

Un primer daño colateral consiste en considerar la inmigración haitiana como el principal problema de país, idea que sirve de comodín al gobierno de turno para obviar otros problemas políticos, económicos y sociales de mayor urgencia y trascendencia. Presenta una priorización que distrae y distorsiona la atención a problemas nacionales altamente importantes, tales como la corrupción y otras enormes “afectaciones” políticas y económicas que van en perjuicio de todos los dominicanos.

En segundo daño colateral es el identificar “el problema de inmigración haitiana” con el problema de la seguridad nacional y personal y supeditar el primero al segundo, dando lugar a una política de “securitización”, que animada por preocupaciones económicas y sociales de las personas permite al gobierno asumir comportamientos propios de un estado d emergencia con el pretexto de que el país se enfrenta a una amenaza mortal, con todas las consecuencias perversas de situaciones similares ya conocidas en los dominicanos.

Pero al gobierno le interesa muy poco atender y calmar las inquietudes ciudadanas. Procura más bien explotar el miedo provocado por la incertidumbre exacerbada y desviar la atención de los ciudadanos de las verdaderas causas de la inseguridad. La securitización es un truco para incautos, que consiste en desplazar la preocupación ciudadana de problemas que el gobierno es incapaz de manejar.   

Un tercer daño colateral consiste en exigir la presencia de un “hombre fuerte” para defender los intereses nacionales y garantizar la seguridad la población”. Demagogia peligrosa disfrazada de caudillismo, reeleccionismo, populismo y   nacionalismo rancio y aberrante. Fantasma que ronda por las tierras de la democracia y que genera emociones entre los buscadores de votos.

Un cuarto daño colateral consiste en el fomento de “una política de separación mutua y mantenimiento de distancias”, de construcción de muros en vez se puentes, negándose a afrontar los desafíos de las realidades que plantea esta época de “un solo mundo, una humanidad”; lavándose las manos y aislándose mediante fantasiosas diferencias, disimilitudes y alejamientos autoimpuestos o impulsados por la manipulación.

Otro daño colateral del pánico migratorio, “fabricado por las mentes xenófobas”, es el fomento del resentimiento (ressentiment) hacia los “extraños” cabe decir, hacia los haitianos al considerárseles como personas sospechosas a las que se les trata con rencor, menosprecio y se les niegan y desconocen sus derechos. Esto queda evidenciado en los reiterados “incidentes de odio” contra los inmigrantes haitianos escenificados en distintas regiones y comunidades del país, con visos de “manos ocultas” y guiones por encargo.

Los que “venden” y promueven la idea del “pánico creado por la inmigración haitiana” saben muy bien para qué y para quién trabajan. Hagamos nosotros también lo nuestro: “Que allí donde ellos siembren odio y ultraje, nosotros hagamos brotar la solidaridad, el diálogo, la compasión, el respeto a los derechos del otro, la justicia y la fraternidad”. ¡No necesitamos su aprobación!