Luego de años de estudios sobre el tema de las migraciones a nivel mundial, de discusiones sobre cómo crear un marco general de abordaje del mismo, reconociendo la diversidad de los casos, la complejidad del problema y de la imperiosa necesidad de enfocarlo desde la perspectiva del respeto a los derechos humanos y de los derechos de las naciones a ser soberanas en cuanto a darse sus respectivos marcos legales en términos de la regulación de sus fronteras y marcos jurídicos sin menoscabo de los derechos inalienables del ser humano, la Asamblea General de la ONU ha acordado una Conferencia Regional a celebrarse en Marruecos los días 10 y 11 de los corrientes teniendo como objetivo la firma de un pacto para la Migración Ordenada, Segura  y Regular. Sólo eso.

Sin embargo, ese pacto que no se ha improvisado sino que se ha hecho con la participación y/o  posibilidad de hacerlo de todos los países miembros de las Naciones Unidas, en algunos países ha dado pie a  que se levante una polvareda que ha enceguecido a muchos que no quieren ver que el tema migratorio es un fenómeno mundial que requiere de una  visión y de una concepción sobre cómo manejarlo desde una perspectiva que engloba una diversidad de países, casos y conflictos que a veces se plantean en organismos internacionales fundamentales, integrados y/o legitimados por la generalidad de los estados nacionales. Con ello no se violenta la soberanía de ningún país, sino buscar un marco general regulatorio de los conflictos que surgen en torno a las migraciones.

Aquí, algunos sectores se pronuncian contra el pacto que propone la ONU alegando de que con el mismo se viola la soberanía nacional, desconociendo que ese pacto, en esencia, no es más que un enunciado de intención de salvaguarda de los derechos que a todo migrante o refugiado como seres humanos les son inalienables y que las migraciones sean REGULADAS, y ORDENADAS, que sigue principios generales de derechos humanos aceptados por los estados miembros de la ONU, entre ellos el nuestro, a los cuales se les da una orientación para que tienda a constituirse  en un marco general de abordaje de las migraciones y los conflictos que en determinadas coyunturas se generan en torno a ellas. Nada más. No obliga a nadie a nada.

Asumir ese pacto, respetar los derechos de los migrantes haitianos en nuestro país, así como exigir el respeto de los derechos de los más de dos millones de migrantes dominicanos o de origen en el mundo no es atentar contra nuestra soberanía, ni contra la de los países que nos acogen. Proteger los derechos de los niños y niñas migrantes que en determinadas coyunturas devienen refugiados, condenar los actos de agresión contra migrantes por razones étnicas, políticas o religiosas como sucede en algunos países, regular y/o establecer su estatus migratorio y darle la protección que humanamente merecen no violenta soberanía alguna.

Asumir el pacto propuesto por la ONU que se inscribe dentro del marco del respeto a la declaración universal de los derechos humanos, de la que somos signatario, no impide que tengamos nuestras propias prerrogativas en materia migratoria. Asumirlo constituye un ejercicio responsable y moderno de soberanía y evitaría situar el país entre un puñado de países que lo rechazan debido a las posiciones xenófobas y racista de la generalidad de sus gobernantes. En ese sentido, resulta un sinsentido el titubeo en la toma de posiciones sobre el tema de algunas fuerzas de la oposición que se dicen progresistas o que, como plantea el PRM, llamar a que se haga un “estudio” de un documento que tiene dos años de elaboración y discusión, para que el gobierno fije su posición.

El documento de la ONU, como todo documento que analiza temas del presente con proyecciones futuras, tiene elementos que deben ser mejorados con el tiempo, como es una mejor precisión de los conceptos migrantes y refugiados, pero en sentido general, constituye un excelente acercamiento hacia un consenso sobre un tema que vino para quedarse y para hacerse cada vez más complejo. Somos de los países con mayores razones para interesarse por el tema y de buscar una solución al mismo desde una perspectiva global, tanto por la condición de receptor de migrantes como la de tener una cantidad de migrantes nacionales o de origen que supera el 10% de la población total del país, los cuales que por diversas razones requieren del apoyo del Estado.

Si alguna amenaza tiene la soberanía nacional, esta viene de la estructura mafiosa que se ha creado en torno a la migración haitiana, que amasa fortuna con la trata de migrantes, con la corrupción en torno al tema y que no han enfrentado de manera responsable ninguno de los gobiernos que hemos tenido, además de un amasijo de grupos e individuos que se obstinan en no entender el carácter global/estructural del tema migratorio, como lo han entendido quienes redactaron el texto presentado como un pacto para una  Migración Ordenada, Segura  y Regular. Nada más.