El actual espectáculo que se vive en la Cámara de Diputados por el tema de las “primarias electorales” deja entrever la “ausencia de decencias” entre muchos legisladores que sirven al mismo tiempo a una democracia buena y a una democracia mala.
La decencia “hace referencia al recato, las buenas maneras, la compostura y la honestidad de los individuos, así como a la dignidad en los actos y en las palabras”. Es un calificativo que se aplica a quienes se comportan con prudencia, apego a la verdad y respeto a las leyes, normas y convenciones sociales establecidas democráticamente.
Tanto los partidos políticos como sus congresistas habrán de acelerar el paso para rescatar y rehabilitar la maltrecha confianza que generan en la gran mayoría de los dominicanos. Deberán dar señales claras de que realmente trabajan por la construcción de una democracia decente, caracterizada por el respeto a los derechos de todos, el juego limpio y la transparencia, aceptando someterse al escrutinio, al control y la vigilancia de los ciudadanos.
Los dominicanos quieren políticos decentes y gobiernos decentes. Cada día crece el rechazo a quienes exhiben un comportamiento contrario. De ahí, que las simulaciones éticas y las poses retóricas decentes que esconden grandes indelicadezas son cada vez menos toleradas y están siendo descubiertas y condenadas mediante diversas formas de denuncia pública y el rechazo político.
Tenemos que aspirar a una política decente, a la elección de políticos decentes, a un gobierno decente y a una democracia decente. No podemos dejar esto a opción de los que se han apropiado de la política. Este propósito debe constituir una exigencia innegociable de los todos los ciudadanos para evitar la “odiosa mezcolanza de bajeza y de poder, de éxito, de utilidad y de deshonor” a que suele conducir una práctica política sin límites de decencia.
Aquí es posible asumir la decencia desde los linderos de la política partidaria y desde el Congreso Nacional. Otros lo han hecho. En las elecciones legislativas de Colombia del 2018, los candidatos a ambas Cámaras del Congreso que apoyan a Gustavo Petro firmaron un “Pacto por la decencia”. Se trata de un decálogo de obligaciones a cumplir si llegaran a ser elegidos. Presentamos aquí los 10 puntos a que se comprometieron los integrantes de la “Lista de la decencia”:
No al ausentismo. Se comprometen a asistir a todas las sesiones del Congreso, salvo casos de fuerza mayor justificados.
No más privilegios. No recibirán celulares, IPods, y demás accesorios electrónicos y regalos que se entregan gratuitamente a congresistas.
Salario justo. Entregarán como mínimo un 30 por ciento de su sueldo para la creación de un fondo que luche contra la corrupción y diversos proyectos sociales.
Solidaridad. Solicitarán que una de las dos camionetas blindadas a las cuales tienen derecho sea usada por un líder social en peligro.
Austeridad. No aceptarán viajes en primera clase.
No a justicia preferencial. Si alguno infringe la ley renuncia al beneficio de casa por cárcel.
No a la “mermelada”. No recibirán empresas del Estado, ni partidas regionales, ni prebendas como medio de chantaje del Ejecutivo para apoyar su agenda. No importa quién gane la Presidencia, ellos se comprometen a votar los proyectos que beneficien a toda la población, y negativamente aquellos que deriven en beneficios particulares.
Relevo. Se comprometen a no estar más de dos periodos en el Congreso.
Cuentas claras. Entregarán sus declaraciones de bienes y rentas ante el organismo competente al inicio de su periodo legislativo y al finalizar el mismo.
Democracia en línea. Construirán con la ciudadanía en tiempo real y a través de sus páginas en las redes sociales los proyectos de ley de su autoría.
Hagamos en el Congreso de aquí “un pacto de la decencia”. Pidamos que voten, frente a la televisión levantando la mano, los congresistas que estén de acuerdo con cumplirlo ¡Esperemos el milagro!