Está fuera de toda discusión que el Partido Revolucionario Mayoritario (PRM) expresa la masividad que tuvo el PRD.  En este último quedaría la simbología tradicional, que siempre ha sido muy fuerte; pero que el PRM puede compensarla con el rostro y la voz de sus líderes nacionales, medios y de base, que se hicieron símbolos.

Les quedaría por superar otro asunto, de mucha importancia para sus propósitos   de   poder, cual es, el que, tras la desaparición física del doctor Peña Gómez,  el PRD disminuyó la intensidad habitual, afectiva, con las masas populares;   que  fueron  siempre  su  esencia; y con ese hecho,  se desvinculó también del espacio electoral centro progresista con énfasis en lo popular, y ha querido erróneamente jugársela en el litoral conservador, que está ocupado por el PLD.   Si quiere ser poder tiene que asumir su esencia histórica, renovada por las circunstancias.

El PRM cuenta   con   las   mayores reservas   populares   organizadas, pero estas tienen que ser motivadas a la movilización con propuestas de gobierno avanzadas, de renovación social,   económica   y   política,   que    las  expresen.

En el centro progresista con énfasis en lo popular, es posible también una amplia alianza política y social con sectores que van desde la izquierda hacia el centro izquierda, y que en suma y en acción, podría disuadir a sectores de fuera de ese litoral a pactar políticas públicas.  Esta podría ser una mayoría electoral aplastante.

Lo  que llevó al doctor Peña Gómez de un tercer lugar en las elecciones de 1990 como consecuencia de la división con el PRI, a un lugar incontestablemente primero en 1994- 1996,  fue precisamente una  línea de tres componentes: primero, una propuesta de política social avanzada que conectaba con el sentir del momento de  los sectores populares, sintetizada en la consigna “Primero la Gente”; segundo, una fórmula unitaria amplia, incluyente  de diversos sectores políticos y sociales, la  de  “Gobierno Compartido”; ambas, afirmadas con  una tercera, cual fue  la movilización continua de las masas, en oposición al gobierno de turno y reivindicando demandas inmediatas en favor del pueblo.

Con esta política se formó el Acuerdo de Santo Domingo, una mayoría electoral de integrantes diversos, que produjo las más contundentes manifestaciones políticas de masas que registre la historia dominicana.

El PRM tiene la oportunidad de aprovechar la circunstancia para insertarse en esa experiencia trascendente,  afirmándose  en lo mejor de su historia, para promover ideas que expresen de una manera convincente que quiere ser parte importante de un gobierno de transición hacia unas condiciones políticas, sociales y económicas diferentes a las  actuales.

Para encantar a todo lo que se debe encantar, y ayudar a la Convergencia a ganar, el PRM tiene que dejar atrás las políticas y prácticas viejas;  demostrar en palabras y hechos que un gobierno del que se propone ser parte va a mover el país a la renovación, de tal manera que queden sin piso las condiciones que hacen posible que tengamos que vérnosla con situaciones que se repiten una y otra vez…, con los mismos problemas y promesas para superarlos;  y con los mismos personajes que perviven en posiciones públicas cimeras sin que importe lo mal que se hayan comportado en el ejercicio de las mismas…  Y así todas las veces que quieran, hasta que no el pueblo, sino la  sentencia  del  Eclesiastés,  de cuenta de ellos y ellas.

Lo que se diga y se haga ahora, tiene que prefigurar en la conciencia colectiva que el cambio de gobierno en el 2016, será también una ruptura con las maneras viejas de hacer política, la inmovilidad y el círculo vicioso en que se desenvuelve la vida nacional.

En   el   país  hay  enormes  potencialidades para el cambio;  y la política de Convergencia puede catalizarlas. Esa posibilidad es muy significativa, así el PLD aparezca fuerte, y de que cada día en la oposición surjan propuestas fenomenales que hacen de tangente a lo esencial y que podrían llevar agua  al  molino  de ese partido.  Por encima de estos hay una voluntad convergente en gran parte del pueblo y sus organizaciones.

El PRM está emplazado a demostrar en palabras y hechos que no es otro, sino   uno   renovado;   y   así  ayuda   a más Convergencia.