Definitivamente, César Emilio Peralta ha sido un empresario excepcional, pues absolutamente nada (hasta ahora que los yanquis le han entrado a dos manos) ha frenado sus mil negocios lavanderos. Tanto así que ni siquiera la Dirección General de Impuestos Internos lo castigó en lo más mínimo, a pesar de que durante años no ha pagado ni un centavo de impuestos, como acaba de informar esta dependencia. Entonces, hay que preguntar, aunque no haya respuestas: ¿Por qué la DGII se autoincrimina de manera tan descarada? ¿Qué le había impedido actuar contra ese señor, como suele hacerlo con cualquier empresa o ciudadano?