Vuelve a ser titular noticioso el tema de la educación dominicana. Esta vez, de la mano del Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo, mediante la investigación y subsecuente publicación del Boletín de Competitividad Sectorial, en donde se expone, claro y contundente, el cuestionamiento de cómo reformular, repensar y cambiar el sistema educativo para que se adapte a las nuevas exigentes condiciones de nuestro mundo presente y futuro. Y es que el progreso y la productividad de la sociedad dependen directamente del trabajo, del empleo de los ciudadanos. Y el ministro Ceara Hatton lo expone claramente:
“Si queremos bienestar, mejorar las condiciones de vida de la gente, mejorar la calidad de vida, pues, hay que tener empleo. Entonces, esto me lleva a tener otra presión adicional: cómo vamos a resolver el problema de empleo con estos cambios tecnológicos, con esta necesidad de basar la competitividad en productividad y la fuente de productividad es el conocimiento. Ahí tenemos planteado un área de un gran desafío”. https://www.diariolibre.com/economia/casi-la-mitad-de-la-poblacion-laboral-dominicana-esta-subcalificada-MO28404338
En el proceso de la educación dominicana intervienen innumerables actores. La educación, según la Constitución, es un derecho. Para el Estado y las instituciones públicas es una función y servicio público, para los maestros una labor. Esto es, como debiera ser. Pero en la realidad no es así. Y los datos expuestos en el estudio citado más arriba lo demuestran de manera irrefutable: el 62% de los niños dominicanos de 10 años no puede leer ni entender un texto simple. Entonces significa que no se están cumpliendo los objetivos que estoy mencionando. Más bien yo diría que todos los sectores involucrados en la educación se han enfocado en otra cosa: en el aspecto economicista, tanto del derecho, de la función pública, como de la labor docente. La educación es un medio para conseguir dinero para sí, no para la oferta del derecho y el servicio de la educación como tal. Para los empresarios y su inoperante institución EDUCA es el control social, por sus deficientes resultados. Esto es una realidad palpable, puesto que en el metro los pasajeros no saben lo que es la inercia, y la metodología del proceso de enseñanza aprendizaje del INFOTEP es completamente mecánica, basada en la memoria y con el único objetivo de que el empleado cumpla con la función asignada. Y es que ya lo ha dicho Ceara Hatton: ¿Cómo conseguimos de esta forma la eficiencia del trabajo?
Mi objetivo no es el cuestionamiento de los actores involucrados y directamente responsables de la debacle de la educación dominicana. Es más bien un llamado a incluir este proceso, el de la educación, en los cambios que queremos para nuestra sociedad. Pero debemos quererlos en verdad, de corazón, porque hasta nosotros mismos nos veremos beneficiados. Es que un sueldito jamás va a suplir las necesidades cambiantes y exigentes de nuestra sociedad de hoy y de mañana. Y aunque ya pronto nos veremos afectados por el consumismo incontrolado, que no es el tema de esta conversación, sin una educación de calidad no podremos avanzar como sociedad en ningún renglón de la economía, por más que la basemos en el hacer mecánicamente con las manos que necesitan las Zonas Francas. Como tampoco la productividad del campo aumentará con los conocimientos de manejo de los recursos naturales de hace 80 años. Y alimentarse sí que no es un lujo.
La educación no es sólo exponer una cantidad de contenido a los estudiantes para que llenen el cuaderno de páginas que no saben para qué sirven. La educación consiste en que el estudiante comprenda el conocimiento que se le imparte, que sepa en qué consiste, a qué realidad del mundo pertenece y cuáles son sus relaciones con las demás áreas, por qué y para qué se le comunica ese conocimiento, y sobretodo y especialmente, que sepa cuál es la utilidad de ese conocimiento, para él mismo, para su desenvolvimiento personal, social y colectivo, además de su ambiente laboral futuro. Así es que debemos educar, así es que debemos enseñar, así es que debemos cambiar la educación dominicana. Ojalá que hagamos este cambio, porque también lo necesitamos.