Nueva York.-Los círculos militares, diplomáticos, estratégicos y de inteligencia estadounidenses están muy preocupados con la designación de John Bolton como Asesor de Seguridad Nacional del Presidente Donald Trump.

Bolton aterroriza a los liberales, y pone a los conservadores en oración. Tiene una fe ciega en el evangelio del bombardeo.

Bolton tiene una fórmula sencilla para dirimir conflictos internacionales. Primero bombardear, luego suspender el bombardeo, “enviar diplomáticos” para preguntarle a los bombardeados si quieren más bombas o, “libremente”, harán lo que le ordenamos.

En el 2005 el Presidente George W. Bush nominó a Bolton como embajador ante la ONU, pero el Congreso republicano rechazó confirmarlo.

El Asesor de Seguridad Nacional le facilita al presidente todos los informes de inteligencia. Y le aconseja la mejor opción para resolver cualquier conflicto internacional.

Trump primero designó al ex director de la CIA, Mike Pompeo, como Secretario de Estado. Nuestro jefe del espionaje ahora es nuestro jefe diplomático. Después designó a Bolton, quien propone bombardear Corea del Norte e Irán.

Trump cree actuar en secreto, pero todos sabemos por cuál espeluznante camino nos lleva. 

Los evangélicos adoran la Trinidad que forman Trump, Pompeo y Bolton, ellos tienen a mucha gente en oración.

En su editorial del sábado último, The New York Times dice que “lo bueno de Bolton es que dice lo que piensa.  Lo malo es lo que él piensa”.

David Rothkopf, de Los Angeles Times, asegura que la designación de Bolton es el más “profundo y peligroso cambio en la política exterior estadounidense desde el fin de la Segunda Guerra Mundial”.

The Washington Post, en un editorial, dijo que la designación de Bolton puede “llevar al presidente y al país a una catástrofe”.

Abróchense los cinturones, o desabrochenlos para saltar en paracaidas, o dejemos todo atrás, y oremos por la humanidad.