El uso del término “organización no gubernamental" -así como la sigla ONG- se ha generalizado desde hace varios decenios y recubre una amplia gama de organizaciones locales e internacionales de diferentes naturaleza y tamaño, sin que se haya producido una definición jurídica uniforme al respecto a nivel mundial.

Se considera que las ONG, para ser definidas como tales deben reunir al menos algunas condiciones básicas, como serían el origen privado de su constitución, ser sin fines de lucro, tener independencia financiera y política y trabajar a favor del interés público.

Los objetivos de las ONG son muy diversos: derechos humanos (derechos políticos, económicos, sociales y culturales), medio ambiente (cambio climático, biodiversidad, desertificación, etc.), ayuda humanitaria, promoción de la mujer, comercio internacional, comercio justo, solidaridad internacional, educación, salud, y muchos otros.

Las hay locales, de algunos voluntarios y unos cuantos empleados, y las hay gigantes y mundiales como OXFAM, que tiene cerca de 10,000 asalariados y alrededor de 50,000 voluntarios repartidos en 90 países.

Organizaciones de estas dimensiones se han constituido como potentes maquinarias nacionales e internacionales con poder de cabildeo o defensoría, o lobbying como se dice en inglés, a los más altos niveles internacionales.

Hoy en día, una parte importante de los presupuestos de la acción pública de los países desarrollados consagrada a la cooperación para el desarrollo y a la ayuda humanitaria ha sido reorientada en beneficio de las ONG, lo que ha contribuido a hacer de éstas actores insoslayables en las acciones prácticas de desarrollo sobre el terreno.

Es bueno recordar que las organizaciones no gubernamentales tienen una historia que se remonta lejos en el tiempo. Las primeras ONG jugaron un papel importante en la abolición de la esclavitud y en el movimiento a favor del sufragio de la mujer.

Desde los años 1980 las organizaciones no gubernamentales (ONG) se expandieron por todo el mundo abriendo un importante espacio político, cultural y socioeconómico, prácticamente en cada rincón del planeta. Muchas de ellas fueron subvencionadas por los gobiernos estadounidense y europeos, por entender que estas organizaciones podían servir a sus políticas. Algunos no tardaron en considerarlas eficaces instrumentos de la globalización.

Tienen a su favor ser menos burocráticas y más eficaces en el combate contra la pobreza que la ayuda bilateral de los gobiernos y la cooperación de los grandes organismos de ayuda. Muchas veces se les ha visto como un contra poder que lucha en nombre de valores compartidos por una gran parte de la población de los países industrializados que aspira a una verdadera justicia social en cualquier país del mundo.

Hoy en día, en muchos países las ONG están en el punto de mira de los sectores más conservadores porque son la punta de lanza de la defensa de sectores excluidos, como los migrantes. De este modo, a pesar de ser financiadas por los estados de los países desarrollados de los que provienen, muchas de ellas han terminado convirtiéndose en actores de primera línea del movimiento anti mundialización.

A fuerza de denunciar los efectos de la falta de derechos, o los fallos de tal o cual política gubernamental, organizaciones como OXFAM se han vuelto una piedra en el zapato, no solo para gobiernos poco transparentes sino para las grandes fortunas nacionales y mundiales que concentran la riqueza en detrimento de las grandes mayorías.

En este contexto no es de extrañar que, aprovechando la coyuntura actual, una institución como OXFAM pueda ser víctima de sus propias acciones, dando pie a todo tipo de amalgamas y acusaciones hacia las ONG de parte de personas en desacuerdo con sus objetivos y críticas.

Al manejar equipos de voluntarios y empleados dispuestos a ir a los 4 puntos del globo a mitigar los efectos de los mayores desastres humanitarios y de las guerras más feroces, pocos se preguntan sobre la capacidad de los seres humanos para vivir en condiciones críticas y acerca de la dificultad de gestión por parte de las grandes ONG de los equipos que administran cuando estos se encuentran en situaciones apocalípticas.

Tirar la piedra es fácil, pero todos los días asistimos a denuncias de deslices en los más diversos ambientes debemos cuidarnos de generalizaciones abusivas e injustas: todos los musulmanes no son yihadistas, todos los curas no son pederastas y todos los haitianos no tienen un plan de invasión de la isla.

La exigencia de transparencia y justicia que se puede exigir a OXFAM después de la revelación del escándalo denunciado últimamente no debe degenerar en una caza de brujas contra las ONG en general y contra OXFAM en particular. Aunque toda la campaña de información que se ha desatado a escala mundial gira en torno al comportamiento impropio de un grupo de voluntarios en una situación extrema, quizás la explicación de fondo de todo este asunto se encuentre en otro lado.