No hay cosa más saludable que  olvidarse de este país, sobre todo cuando el absurdo nacional llega a extremos. Olvidarse de este país permite liberar tensiones, dormir bien, afinar los nervios y refrenar impulsos homicidas contra uno que otro de los farsantes que tanto abundan. Para olvidarse del país recomiendo no pensar en nada, dedicarse plenamente a oír música, conversar con niños sobre el pasado y con ancianos sobre el futuro y no leer periódicos ni por casualidad…Ayer estaba en eso, y cuando alguien se atrevió a preguntarme  “¿cómo tú ves la cosa?”…(Bueno, le dije tantas cosas que se arrepintió de haberlo hecho).