Como bien señalan casi todos los medios de prensa franceses, el Sr. Dominique Strauss Kahn, Director-Gerente del FMI, en el caso de los cargos de intento de violación que se le han formulado en Nueva York ha visto descuartizada la presunción de inocencia que la ley le acuerda. ¿Cómo creer en la inocencia de alguien que es mostrado esposado, extraído de un avión por la policía, mostrado a la prensa como un animal peligroso y reseñada la acusación de forma tal que la hace parecer verdad sin haber sido demostrada en una corte?
Pero esta no es la única fuente posible de indignación. Que DSK alegue que tuvo sexo consentido y que más adelante pueda demostrarlo o, por el contrario, resulte incapaz de hacerlo, no responde la siguiente pregunta:
¿Qué hace un tipo como DSK consintiendo o persiguiendo a una camarera de un hotel? No importa lo lujoso que sea el hotel ni lo atractiva que pueda ser la camarera. Sigue siendo una camarera. Acaso el envanecimiento de gente que duerme en una habitación de 3 mil dólares la noche siente que puede atropellar sexualmente a una mujer o maltratar un conserje o desconsiderar un portero? No se trata solamente del componente sexual, sino de la presencia de una desigualdad que inspira el abuso y alienta la creencia de que no habrán consecuencias.
Pero, ¿y si el caso de DSK tuviera otras vertientes? Si la conducta de DSK me desconcierta a mi y al 57% de los franceses, la sospecha de un incidente fabricado también golpea con fuerza a mi puerta. Elliot Spitzer, ex gobernador demócrata de Nueva York en marzo del 2008 fue forzado a presentar su renuncia a causa de sus vínculos con varias prostitutas. Sin embargo, esos fueron los motivos solamente, las verdaderas causas de su caída están en otro lado: Spitzer persiguió enérgicamente los crímenes de cuello blanco. En Enero de 2005, el presidente de la Cámara Americana de Comercio describió las acciones de Spitzer como:" la mas egregia e inaceptable forma de intimidación que hemos visto en este país en tiempos modernos". Spitzer, persiguió casos que desbordaban el marco estatal e incursionó en la jurisdicción federal en temas de contaminación, entretenimiento, tecnología, prostitución, corrupción, seguridad ocupacional, salud y otros temas en los que Nueva York juega un papel en la definición de estándares. Spitzer no era en realidad inocente, pero sus faltas fueron agrandadas, exageradas y manipuladas porque su accionar politico- legal era un estorbo, entonces, los sectores afectados, decidieron deshacerse de él asesinándolo civilmente.
Dominique Strauss Kahn ostentaba, al momento de su detención la doble condición de favorito a la candidatura presidencial en Francia y de Director-Gerente reformador del FMI. De su primera condición vale señalar lo oportuno que resulta para Sarkozi la situación de Strauss Kahn. Demasiado conveniente en verdad. ¿Porqué no meter la mano y darle un empujoncito para facilitar el descalabro de un competidor con tanto potencial? Es solamente una hipótesis, pero gente como Sarkozy es buena para esto y para más.
Pero DSK tenía otro frente abierto, uno potencialmente más poderoso que esa rivalidad política. Veamos lo que recien antes de su arresto había escrito el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz: "Como concluyó Strauss-Kahn en su discurso en la Brookings Institution poco antes de la reciente reunión del FMI: "En definitiva, el empleo y la igualdad son los pilares de la estabilidad y la prosperidad económica, de la estabilidad y de la paz política. Esto está en el corazón del mandato del FMI. Se debe colocar en el corazón de la agenda política".
Strauss-Kahn está demostrando ser un líder sagaz del FMI. Solo nos queda esperar que los Gobiernos y los mercados financieros presten atención a sus palabras".
¿Y si esos gobiernos y mercados financieros hubieran decidido prestar efectivamente atención a sus palabras? También ellos, al igual que Sarkozy son buenos y están experimentados en el montaje, financiamiento y difusión de operaciones como esta.
No se puede afirmar que DSK sea inocente pero la espectacularidad del arresto y el manejo mediático inspiran sospechas muy legítimas. En todo caso DSK es culpable de ponerle la reelección difícil a Sarkozy y colocar en posición muy incomoda al poderoso sector financiero sin contar con que puede haber sido lo suficientemente incauto para caer, por una camarera, en una trampa tendida a su lujuria y a su insensatez. De cualquier manera tenemos sobrados motivos para preocuparnos porque después de todo, como ciudadanos comunes y corrientes hay que preguntarse: ¿En manos de quien estamos? ¿De líderes lujuriosos y arrogantes o competidores inescrupulosos?