Nueva York.-El ex presidente Leonel Fernández tiene razón, la corrupción es “intrínseca” en la Repúbica Doninicana.
En su último “Observatorio Global”, en el Listín Diario del lunes pasado, Leonel demostró que conoce muy bien la corrupción global.
Parafraseando a Alberto Cortez, “el cinismo al más alto nivel”, suele dar impresión de sapiencia, eso hará que se lleve bien con el público de Omega el Fuerte.
Leonel se coronó como máximo representante de la más nauseabunda y cloacal decadencia política, intentando manipiular la memoria selectiva.
Reseñó crímenes, ocultó castigos.
Ciertamente la corrupción empezó con Cristóbal Colón, y el castigo a la corrupción con Francisco de Bobadilla, quien hace 517 años, investigó y encadenó al almirante.
Tenemos tradición de corrupción y de castigo a la corrupción. Lo único nuevo es la impunidad que pretende establecer el otrora partido político, PLD, que bajo el liderazgo de Leonel, degeneró en una banda de delincuentes vulgares.
Cuando lo amarraron, Colón era virrey y gobernador general de las Indias Occidentales, jefe absoluto de todo el continente americano. Tenía muchísimo más poder y fortuna que Leonel, sus cómplices peledeístas y su nuevo cómplice, el ex presidente Hipolito Mejía, pero lo amarraron.
La justicia medieval demostro ser mucho más efectiva independiente y confiable que la “moderna y global justicia” del asqueante PLD.
Ciertamente el PLD aprobó importantes leyes de contra la corrupción. Porque, según el inmenso Umberto Eco, en el Péndulo de Foucault, “los estúpidos pueden llegar a conclusiones acertadas por razones totalmente equivocadas” y agrega: ““El estúpido no se equivoca de comportamiento. Se equivoca de razonamiento”. Amolaron cuchillos para sus gargantas.
Honor a quien honor merece.
Leonel, Hipolito y Danilo, hicieron “lo que nunca se ha hecho”. Lograron unir al Departamento de Estado y al pueblo dominicano, que buscan y obtendrán “cárcel para los ladrones”.