Continuando con el tema de la semana pasada, vamos a derivar un poco hacia un concepto que es pertinente aclarar y es el de ACV o Análisis del Ciclo de Vida de los Materiales.

El Análisis del Ciclo de Vida (ACV), en sentido general,  es el procedimiento que sirve para evaluar las implicaciones medioambientales de un producto o actividad. Con este proceso se mide, por decirlo de alguna manera, el uso de energía y de recursos ( y su impacto en el entorno) para así evaluar y llevar a la práctica estrategias de mejora medioambientales.

Dicho en otras palabras es el análisis que se le hace a un producto (material de construcción en nuestro caso) desde la extracción de la materia prima para su fabricación y/o industrialización, pasando por la energía utilizada para completar el proceso de producción y puesta en obra. También debe incluirse en este análisis la vida útil en uso de ese material y su futura deposición o reutilización…. Todo contabilizado desde el punto de vista del consumo de energía y de emisiones.

Sería un gran avance si cada vez que decidiéramos sobre la utilización de un material de construcción pudiéramos garantizar su correcta deposición o reciclaje

Este concepto de ACV, se considera vital para completar la evaluación de un NZEB. Haciendo el enfoque directamente sobre la vida útil del edificio, que va más allá de que sea cero energía o no, el ACV, resulta una de las herramientas más adecuada para evaluar los materiales del edificio, incluso si solo fuera por el tema de obtener un balance positivo dentro de la trama arquitectónica.

Como todo en la vida no existe un consenso cerrado sobre el ACV en sentido general, aunque quizás, en términos particulares de la arquitectura sí que exista mayor claridad de enfoque. A continuación una síntesis “grosso modo” del ACV de cara a la construcción

Lo primero de todo es plantear el ACV desde la extracción de recursos o materias primas, pasando por el procesamiento del material con fines de su colocación de cara al público. A partir de este momento se deben tomar en cuenta factores como la distribución y puesta en obra (almacenamiento y transporte) del material, tomando en cuenta su huella ecológica.

Pasada esta primera etapa se llega al punto de la aplicación/utilización del material: La construcción. El edificio se convierte en receptor del material, no sin antes demandar un consumo energético y de recursos que permitan que la utilización de este material dé como resultado el edificio acabado.

Luego de construido, se da paso al funcionamiento del edificio y por demás a la utilización de los materiales en el plano cotidiano por los usuarios. Reparaciones de estos materiales e incluso mantenimiento y remodelaciones, con sus consumos asociados, deben ser parte del cálculo global del ACV.

Ya para cerrar el ciclo de vida del material- o uno de sus ciclos si se pretende reciclar- viene la parte de la deposición o reutilización del mismo y los consumos energéticos que esto suponga.

Sería un gran avance si cada vez que decidiéramos sobre la utilización de un material de construcción pudiéramos garantizar su correcta deposición o reciclaje. Esta sería la mejor manera de hacer una arquitectura responsable y desde luego transitar el camino de los NZEB.

Hay más sobre el tema….Seguiremos la próxima semana.