El Congreso  acaba de aprobar la Ley  de Presupuesto para el 2014 por un monto de más de RD$613, mil millones.  Aunque para algunos resultó sorpresiva la aprobación, se entiende que se quería cerrar este asunto antes de que los ruidos relacionados a la construcción de la segunda línea del metro se hicieran más fuertes.

El crecimiento que ha tenido el presupuesto de la Nación en los últimos 10 años es significativo.  Pero lo más alarmante es que a pesar de que se ha casi quintuplicado, esos montos no dan para cubrir las necesidades, incluyendo algunas tan esenciales como el presupuesto para la salud y la justicia.

Para aumentar los ingresos el país ha realizado más de 10 reformas tributarias desde el año 2000 y la gran lección que dejó la última de las mismas  es que las ventas se han afectado de manera tal, que las recaudaciones distan de las proyectadas.

Tenemos un Estado mucho más grande de lo que debería, cuyas múltiples y a veces duplicadas instituciones se han tragado prácticamente todo el crecimiento que ha tenido el presupuesto  en los últimos años

Al mismo tiempo la informalidad ha crecido, lo que hace que menos personas contribuyan pagando impuestos, pues el costo de la formalidad es tan alto, que para algunos la informalidad es cuestión de supervivencia.

Esto debería llamar a un análisis profundo sobre la calidad del gasto público, pues si no hay racionalidad y eficiencia en el gasto, ningún presupuesto, por grande que sea, dará abasto; lo que se agrava cuando constatamos que la capacidad de seguir aumentando impuestos se agota.

Tenemos un Estado mucho más grande de lo que debería, cuyas múltiples y a veces duplicadas instituciones se han tragado prácticamente todo el crecimiento que ha tenido el presupuesto  en los últimos años.

Si el Estado saliera de todos las entidades  que solo constituyen una carga y un botín político para el titular de turno, esos fondos podrían ser asignados a partidas muy importantes que urgen de aumentos, sin necesidad de seguir cargando a los sectores productivos y a la población.  Al mismo tiempo, si el Estado funcionara de manera organizada generaría grandes ahorros en compras y contrataciones, obteniendo mejores precios y evitando duplicidades de gastos por un mismo concepto entre las múltiples instituciones que tratan temas relacionados.

Por otra parte no podemos como Nación seguir gastando recursos, que en su mayoría salen de financiamientos, para obras y proyectos que no respondan al interés de la mayoría o que no tengan racionalidad económica o sostenibilidad.

A contrapelo del sentir de la sociedad expresado por el entonces denominado Consejo Económico Social e Institucional el pasado gobierno decidió apostar por la solución de transporte más cara, construyendo el metro de Santo Domingo y hoy, el gran debate es cómo podremos seguir construyendo la segunda y demás líneas que serían necesarias para que dicha inversión tan costosa beneficie a un número significativo de personas, si los recursos presupuestarios tienen que ser dedicados a otras prioridades.

Por eso  la conclusión que debemos extraer de la aprobación del presupuesto 2014 es que los fondos nunca alcanzarán para siquiera atender las prioridades, si no hacemos que el Estado cueste menos, gaste mejor, planifique racionalmente sus obras y practique políticas públicas que incentiven las inversiones y la formalidad.