(Para la cultura política dominicana)

Luego de ponderar el resultado de las elecciones del 15 de mayo de 2016 y el descalabro sufrido por el expresidente y presidente del Partido de la Liberación Dominicana (PLD, Leonel Fernández, a manos de Danilo y su dominio de los comités Político y Central antes, durante y después de los comicios, escribí un artículo donde concluí con el siguiente razonamiento: «…a Leonel, Margarita y sus secuaces que se despidan de este mundo político en 2020, pues entonces serán política y económicamente más poderosas las voces reeleccionistas de los recaudadores financieros del gobierno y los teóricos políticos y culturales del danilismo.»

Al parecer, algo semejante a aquel descalabro se está cociendo en la actualidad con respecto a la elección de los nuevos jueces de la Junta Central Electoral (JCE) y que, quizá, pocos analistas han reparado en la táctica, la estrategia y el método fríamente calculado del Gobierno con respecto al tema de la selección de dichos árbitros, pues se han enfocado en un evidente ideologema propagandístico ante el cual no reparan ni la Iglesia, ni los grupos de presión ni las organizaciones de la sociedad civil: que la nueva JCE sea conformada: «..con personas idóneas, que tengan el perfil adecuado, que no estén atadas a ningún compromiso, ni que respondan a partidos políticos o grupos de presión», según  las últimas declaraciones de Gustavo Montalvo, Ministro de la Presidencia, y cuyo discurso es carnada y voz autorizada de Danilo Medina.

Danilo Medina
Danilo Medina

¿Por qué es carnada y voz autorizada? Porque no hay sujeto en el mundo que reúna las características exigidas para el desempeño de tales cargos esbozadas por el Ministro Montalvo, político y sociólogo que lo sabe mejor que yo. Y los analistas de los medios saben, como todo el mundo, que el sujeto es político por el solo hecho de mantener una relación X con el poder del Estado (ya sea de mantenimiento, rebelión o transformación de ese poder estatal), incluso en el caso de que tales jueces no hayan estado nunca inscritos en partidos políticos. Serán, en tal caso, apartidistas, pero políticos, sí. Hasta la tambora. Y al ser sujetos, son políticos, están en relación indisoluble con un discurso político-económico-social-cultural e ideológico. Solo los ingenuos y los carboneros, gente de fe, creen en el milagro de la existencia de un sujeto como el definido por el ministro Montalvo.

Pero es necesario echar a andar esa ideología del hombre idóneo, capaz, sin ataduras políticas, empresariales, eclesiásticas o socio civilistas. ¿Por qué es necesario echar a rodar esa ideología? Porque la abrumadora mayoría de los sujetos son, en cualquier sociedad, conservadores y apoyarán, automáticamente, esta ilusión de los sentidos. ¿Y a quién beneficia semejante creencia de ese sujeto en estado casi natural? Al poder de Estado, evidentemente. Ese sujeto ingenuo, creyente, naíf, es un mantenedor empedernido del orden social. Junto al malicioso (incrustado en los medios, la burocracia y la curia), forma la tríada que el poder de Estado necesita para su mantenimiento y reproducción (príncipe, guerreros y sacerdotes).

Se balotean y bailotean en los medios y en los mentideros nombres para presidir la JCE y miembros para acompañar al elegido. Aunque el señalado no pertenezca a partido político, ¿es aséptico? ¡Qué va! Es hombre de Iglesia y de grupo empresarial.

¿Cuál es la verdadera estrategia del poder de Estado al repetir, como eco interminable esos nombres de posibles ungidos, a través de los medios, las bocinas pagadas y los logreros políticos con careta de independientes, pulcros, probos, sensatos, cuerdos y honrados? Adormecer, anestesiar a la opinión pública mientras ejecuta, con precisión de relojería suiza, su estrategia: el control de la JCE en un tres a dos “consensuado” vinculado a los “consensuadores”, con lo cual el poder de Estado da una de las últimas puñaladas al descascarado leonelismo , cuyos últimos secuaces (Rosario, Graciano y Féliz) serán quizá enviados a paseo y, talvez, reciban un premio de consolación para que sigan, mediante el silencio, vinculados al actual príncipe que rige los destinos de la República.

Y ahora más se descacara el leonelismo con el error garrafal de la Vicepresidenta Mrgarita Lizardo, esposa de Leonel, al inmiscuirse en los asuntos internos de otro país cuando solicitó a los dominicaznos residentes en los Estados Unidos que votaron por Hillary Clinton, con cuya acción le crea un embrollo internacional al país y al Gobierno dominicano. El rápido desmentido del Gobierno en el sentido de que esa no era su posición oficial, induce a afirmar que la vicemandataria no consultó a su Presidente, quien es el jefe de las relaciones exteriores del Estado dominicano. Y, aunque el Gobierno se desvinculó de la acción vicepresidencial, ya el daño estaba hecho. Fue una acción desesperada de la señora Lizardo de Fernández por salvar la candidatura de su esposo o la suya en el 2020 y un mecanismo de defensa ante la pérdida Taltal del poco poder que le queda al Dr. Fernández, zarandeado por su aplastado adversario en 2007 y que se columbra con la amenaza de dejarle fuera de juego de la JCE y las altas cortes en el curso de los meses que se aproximan.

Leonel Fernández
Leonel Fernández

Luego del triunfo de su otra estrategia, el poder del príncipe enfocará sus cañones, emplazados desde 2012 contra los remanentes del leonelismo alojados y agazapados en el Tribunal Constitucional, en el Tribunal Superior Electoral y en la Corte Suprema de Justicia, coto cerrado del Consejo Nacional de la Magistratura que, cuando sea convocado en la fecha legal, estará presidido por el jefe del Estado en persona y los otros miembros que serán “consensuados” con los mismos “consensuadores” de la Junta Central Electoral.

¿Y el presidente del Partido de la Liberación Dominicana se va a quedar quieto como cocodrilo al asecho de un ñu? ¿Nataguerá inútilmente, como el que se está ahogando y se aferra a lo que sea, pero sin poder y fuerza para sobrevivir? Aunque al natagueador se le necesita, él sabe, a su vez, que le necesitan a fin de crear la ilusión, en los creyentes y secuaces, de una unidad-totalidad-verdad monolítica, como le gusta decir al hombre de partido.

El presidente del PLD será con el tiempo y hasta que dure el poder de Danilo, un hombre necesario, con su cuota de poder reducida a la mínima expresión, pues el poder sabe y Leonel también, que ya a esta altura del tiempo, no se puede ir a ningún lado solo y mucho menos fundar tienda aparte cuando se cuenta con la experiencia de Nicolás Silfa, Ramón –Mon el Loco– Castillo y Ángel Miolán, Augusto Lora y Jacinto Peynado y, luego, la de la caterva de partiduchos y partidos bisagras clientelistas y patrimonialistas  que saprofitan en torno al botín político del Estado cada cuatro años.

José Ramón Peralta repite, como Eco, lo dicho por Montalvo, para requintar el mensaje de Danilo y que esos “desenfocados” del Senado sepan cuál es la línea, que lo saben de sobra, pues el que  puede lo mucho, como Danilo descascaró a Leonel, a ese Senado lo reduce a polvo en un santiamén, que es lo poco y que de fanfarrón, por boca de un leonelista bravuconea que la Cámara Alta escogerá los jueces de la JCE prescindiendo de la voluntad de los tres poderosos: Iglesia, CONEP y sociedad civil=Embajada norteamericana. Gana de expeler vaharadas.

Y la estrategia de Danilo, por boca del Ministro Montalvo, y del Administrativo Peralta, quien es, como el animalito del cuento de Flaubert, copia fiel del aforismo 144 de Baltasar Gracián en su Arte de la prudencia: «Empezar con la conveniencia ajena para salirse con la suya.» ¿Cuál es la conveniencia ajena? La de los que claman a tambor batiente que los jueves de la JCE sean elegidos como dijo Montalvo. ¿Y cómo se sale Danilo Medina con la suya? Nombrando mayoría de jueces de las altas cortes que reúnan las características esbozadas por Montalvo y Peralta, pero que políticamente le deban lealtad invisible al primer mandatario y los cargos restantes, como minoría del “consenso”, para que el CONEP, la Iglesia, la coalición de partidos de oposición, la sociedad civil-Embajada americana y el grupito de Leonel se queden oliendo donde guisan. La estrategia fundamental es contar con la mayoría mecánica en la JCE y las altas cortes.

Y para que no se olvide, en cuanto a mantenimiento del orden social y político del sistema, debe recordarse que el PLD es un hijo bastardo del PRD, al igual que el PRM, y que ambos son clientelistas y patrimonialistas como su padre, de quien han heredado los mismos vicios (inclinación por el desorden, el complejo político de Jalisco,  el espíritu absolutista que sigue la doctrina de Dimitrov y que obliga a destruir lo que no puede ser controlado, así como cierto nacionalismo patriotero, un antihaitianismo y un antiyanquismo de conveniencia, parecido al del trujillismo luego de la Pastoral de 1960 y la condena del Generalísimo en la Conferencia de Cancilleres de San José de Costa Rica en agosto de ese mismo año a causa del atentado contra la vida del presidente venezolano Rómulo Betancourt). Hoy, tal figura política paterna está en manos de Miguel Vargas Maldonado, vera efigie del transaccionista y sepulturero del peñagomismo perredeísta.

La decisión del PRM de «…someter a juicio disciplinario a dos dirigentes que presentaron candidaturas [a la Comisión del Senado para recomendar ternas de candidatos a la JCE] debe verse como puro teatro», al igual que las expulsiones de los que violan los estatutos, reglamentos y resoluciones de los grandes partidos mayoritarios: después de enfriado el caso, los recogen como a oveja negra que se ha descarriado de la manada familiar.

Miguel Vargas Maldonado
Miguel Vargas Maldonado

El discurso de Montalvo y Peralta es un hacer creer o fingir que Danilo se plegó a los reclamos de los grupos de presión (CONEP, Iglesia, partidos de oposición y sociedad civil-Embajada americana), pero quien detenta el control absoluto del poder, aunque deslegitimado en las elecciones del 15 de mayo, con unos resultados en pdf, y un poco desguañangado por la enorme deuda externa y los préstamos internacionales sin control que amenazan al país con una tercera intervención militar de los Estados Unidos en nuestros asuntos internos cuando no podamos pagarles a los “tenedores de bonos modernos”, más la ausencia de una verdadera oposición radical sumida en el mundo de la cultura “light” y la ideología del neoliberalismo, permiten que Danilo Medina gobierne como un faraón y que cree el camino abierto a una segunda reelección en 2020.

Y en ese camino abierto lo que se vislumbra es que Leonel Fernández siga con sus viajes internacionales que reconfortan y satisfacen su ego y con una presidencia nominal del PLD, controlado por los cuatros costados por Danilo Medina a través del dominio de los comités Político y Central, y que la Vicepresidenta, aún en su desesperado llamado a los dominicanos de la diáspora a votar por Hillary Clinton como forma de que sepan que ella existe, no son más que fuegos artificiales en esta hora de la construcción de un poder absoluto, como el de Daniel Ortega en Nicaragua.

El la profecía del maestro Bosch, despreciado, vilipendiado y guardado en el cuarto de servicio del PLD, que se cumple a plenitud: la pequeña burguesía del PLD, con poder político y poder económico y con el control de los poderes ejecutivo, legislativo, judicial, municipal y el control de numerosos frentes de “masas” de la sociedad, con accionistas en los medios de comunicación y en el sector financiero, intenta esa minoría clasista sustituir a las demás clases sociales que, a semejanza de Trujillo en 1930, ha encontrado clausurados por el desuso un viejo proyecto liberal caduco y una vieja izquierda patibularia liquidada luego de la caída del muro de Berlín, y un país sin sindicatos, sin prensa libre (pero repleto de abogados y politiqueros) y a todos los sectores sociales desmovilizados política e ideológicamente, sin orientación del sentido de la realidad, y entregado a los fundamentalismos religiosos.

El discurso de Montalvo y Peralta es un hacer creer o fingir que Danilo se plegó a los reclamos de los grupos de presión (CONEP, Iglesia, partidos de oposición y sociedad civil-Embajada americana).

Pero a quien detenta el control absoluto del poder, aunque deslegitimado en las elecciones del 15 de mayo, con unos resultados en pdf, y un poco desguañangado por la enorme deuda externa y los préstamos internacionales sin control que amenazan al país con una tercera intervención militar de los Estados Unidos en nuestros asuntos internos cuando no podamos pagarles a los “tenedores de bonos modernos”,  se le añade la ausencia de una verdadera oposición radical sumida en el mundo de la cultura “light” y la ideología del neoliberalismo,  lo que permite que Danilo Medina gobierne como un faraón y que cree el camino abierto a una segunda reelección en 2020.

Y en ese camino abierto lo que se vislumbra es que Leonel Fernández siga con sus viajes internacionales que reconfortan y satisfacen su ego y con una presidencia nominal del PLD, controlado por los cuatros costados por Danilo Medina a través del dominio de los Comités Político y Central, y que la Vicepresidenta, aún en su desesperado llamado a los dominicanos de la diáspora a votar por Hillary Clinton como forma de que sepan que ella existe, no son más que fuegos artificiales en esta hora de la construcción de un poder absoluto, como el de Daniel Ortega en Nicaragua.

La profecía del maestro Bosch, despreciado, vilipendiado y guardado en el cuarto de servicio del PLD, que se cumple a plenitud: la pequeña burguesía del PLD, con poder político y poder económico y con el control de los poderes ejecutivo, legislativo, judicial, municipal y el control de numerosos frentes de “masas” de la sociedad, con accionistas en los medios de comunicación y en el sector financiero, intenta esa minoría clasista sustituir a las demás clases sociales que, a semejanza de Trujillo en 1930, ha encontrado clausurados por el desuso un viejo proyecto liberal caduco y una vieja izquierda patibularia liquidada luego de la caída del muro de Berlín, y un país sin sindicatos, sin prensa libre (pero repleto de abogados y politiqueros) y a todos los sectores sociales desmovilizados política e ideológicamente, sin orientación del sentido de la realidad, y entregado a los fundamentalismos religiosos.