Dentro del proceso de desarrollo sociopolítico por el que camina el país, el Consejo Regional de Desarrollo, Inc. (CRD) ha visualizado que  la etapa de vida democrática que vivimos, nos está trazando que sólo logrando la erradicación de los liderazgos mesiánicos y los comportamientos irracionales que engendra el sectarismo infecundo, por medio de un cambio de mentalidad y el establecimiento de una nueva visión en nuestras entidades políticas, obtendremos los soportes  que requerimos para vencer el atraso social, la pobreza, la corrupción y los demás males que golpean actualmente a nuestras familias y a la sociedad en sentido general.

A tal efecto,  el CRD en las estrategias que ha formulado para propulsar el desarrollo de las diversas regiones de nuestra nación, considera que los liderazgos políticos deben aprovechar  los muy preocupantes problemas que está generando la crisis moral, social y económica por la que atravesamos, para reflexionar en tal sentido y asumir un mejor rol dentro de la sociedad, como principales actores de sus políticas y de la conducción de los principales estamentos del Estado, a fin de enrumbar la nación hacia el desarrollo y el establecimiento de una real justicia y  paz social.

Para lograr el referido cometido, el organismo de desarrollo estima que urgimos motorizar profundas transformaciones en los partidos, para ponerlos acordes a los cambios que de ellos requieren nuestros tiempos y el mundo moderno,  así como también, para que  puedan asumir eficazmente los nuevos  roles  y tareas que les reclama y exige la sociedad  dominicana.

Entiende,  que para arribar exitosamente a las metas señaladas, requerimos que se procure el cese del egoísmo y la falta de unión que han lacerado a los partidos, por ser los factores que han sido los principales generadores de muchos males, divisiones, luchas internas y agobios.

Conforme a su firme parecer,  a quienes les corresponde la delicada  misión  de ser líderes políticos, deben asumir que así como el egoísmo constituye el peor enemigo de la existencia del amor y la unidad dentro las familias y la sociedad en sentido general, la práctica del mismo en nuestras instituciones políticas es muy dañina por sumergir a sus integrantes en la mezquindad y la mediocridad.

Asimismo, asume que para  la erradicación de  los males que nos corroen y estancan, urge promover la renovación y transformación que necesita el país, dentro de un ambiente en el que necesariamente prime la solidaridad, la unidad y  la confraternidad  entre todos los sectores sin excepción alguna, como parte fundamental del verdadero amor por la patria y el prevalecimiento de los intereses de la colectividad.

Para la implementación de tan esenciales cometidos,  el CRD es del firme criterio que estamos en presencia de una nueva luz que guía de cara al presente y al futuro inmediato y mediato a los partidos y sus liderazgos,  impuesta por un mayor grado educativo y el incidente nivel de conciencia social que se manifiesta hoy en nuestra república, que permitirá que nuestras entidades políticas no solo dejen de ser nidos de personas insensatas, que los utilizan para la comisión de gravosos actos delictuales en perjuicio del patrimonio nacional y de la sanidad social, sino que también se enrumben hacia la transformación y renovación que hará posible la conversión de los mismos en  reales instrumentos del desarrollo nacional.

Constituye pues una tarea esencial, que  los líderes de los partidos políticos unificados con el liderazgo de nuestras entidades sociales, sean guías y motores de las metas que les propone el Consejo Regional de Desarrollo, Inc. (CRD), a fin  de conducir sobre bases seguras a nuestra nación hacia un progreso y desarrollo humano que reivindique a las dominicanas y los dominicanos,  para  dejar como parte del pasado,  los errores y fracasos que nos han arrojado las posiciones sectarias e irracionales y los intereses personales desmedidos.