“La falta de respeto a las reglas de juego lleva a la anarquía y a la tiranía como respuesta y que el mundo globalizado actual se caracteriza por no tener ni normas ni reglas de juego”. (Felipe González: Club de Madrid. Debate sobre la democracia, España, 22 de Octubre 2019).

Dedico este artículo a César Pérez, Sociólogo de una pasta especial. Un profesional honesto, honrado y con profundas convicciones ética. ¡Que te recuperes!

En el año 2018, Latinobarómetro definió la democracia en la Región como “Annus horribilis”. La dibujó como democracia diabética. Yo la definiría como famélica. Empero, sucede que hay seres humanos con esas enfermedades y actúan activamente y de manera correcta y mueren de otras enfermedades porque al final, de cuidarse de las mismas, cohabitaron con ellas proactivamente canalizando su radiografía con la medicina adecuada y a tiempo. Esto es, cumpliendo con las prescripciones médicas, que es al fin de cuentas, las reglas.

El destacado periodista Juan Bolívar Díaz Santana la llamaría hace tres semanas democracia recentista. Confieso que asumí esa categoría, pues significa una democracia de órbita reciente, nueva. Me equivoqué, pues lejos de reflejar esa realidad, cuasi la estaría justificando. Son 58 años. Sociológicamente justo es categoriarla, conceptualizarla como una democracia de papel. Una democracia caracterizada por la medianía donde los actores políticos claves no son demócratas, no asumen los valores propios de la democracia. Vivimos en una democracia donde los ejecutivos principales dejaron de entender el punto nodal de ese régimen: el respeto a la tolerancia, a la diversidad y que las relaciones de poder, más allá de la primacía lograda en la legalidad del voto, requiere el equilibrio que es la fragua de la mañana con el sol y la hermosa noche reflejada por la luna.

La imposición en una democracia es el sable de la ley y de las reglas contemporizadas. No es la destrucción del otro, no es el aniquilamiento y los esfuerzos por humillar, degradar, engañar, manipular y propiciar la trapisonda en la medianía del cinismo y la hipocresía. La democracia de papel ha quedado evidenciada cuando tuvimos unas primarias donde se violaron: la Constitución, la Ley de Partidos políticos, la Ley de Régimen electoral, la Ley de Función pública, el Reglamento de la Junta Monetaria. ¡La inobservancia de todas ellas fue el modus operandi! El promedio de la percepción valorativa hacia la democracia en la Región fue de 48. En República Dominicana: 44. Entre el 2007 y el 2018 perdimos 29 puntos al pasar de 73 puntos a 44. Esto es, en apenas 11 años. Los últimos 7 años han sido pavorosos, estruendosos en materia institucional.

Es lo que destaca el último Índice de Competitividad Global del Foro Económico Global 2019. Un Informe con 103 indicadores y 12 Pilares que este año midió 141 países. República Dominicana tuvo en el ranking: 78 de promedio. Los 12 pilares de nuestro país y su puntaje fueron:

  1. Institucional: 86.
  2. Infraestructura: 79.
  3. Adopción de las TIC: 79.
  4. Estabilidad macroeconómica: 76.
  5. Salud: 86.
  6. Habilidades: 86.
  7. Mercado de productos: 82.
  8. Mercado laboral: 52.
  9. Sistema Financiero: 65.
  10. Tamaño del mercado: 70.
  11. Dinamismo en los negocios: 86.
  12. Capacidad de renovación: 85.

De los 12 pilares esbozados tuvimos 8 por encima del promedio que es 78. Eso indica desviaciones negativas. Entre ellas resaltan: Institucional (86); Salud (86); Habilidades (86); Mercado de productos (82); Dinamismo en los negocios (86); y, Capacidad de Innovación (85). La desviación de lo INSTITUCIONAL con respecto al promedio 78/86, equivale a 9%. Si correlacionamos la problemática de la CORRUPCION, donde obtuvimos 110 para valoración negativa de 70% con relación al promedio 32 puntos de diferencia.

Con esa institucionalidad tan débil (86) según el Índice de Competitividad Global 2019 y una CORRUPCION espantosa, terrorífica, espeluznante, no podremos alcanzar el desarrollo ni mucho menos formas de alcanzar mayor y mejor equidad, más oportunidades y mejor calidad democrática. A continuación presentamos el Cuadro de los 19 países por el Índice de Competitividad con relación a los países de la Región en materia de CORRUPCION:

Como vemos, los países mejores rankeados en materia de CORRUPCION tienen más sólidas instituciones y mayor y mejor desarrollo humano. Existen mejores esperanzas de vida al nacer y la pobreza multifactorial (esperanza de vida al nacer, mejor calidad de vida, mejores niveles de vida, mejor bienestar) son más halagüeñas.

Somos actualmente la novena economía de la Región de 34 países, con un PIB de 83,000 mil millones de dólares; sin embargo, el Ingreso Per cápita es de 6,442 dólares. Esto, sencillamente, se produce por la fuerte anomia institucional que nos carcome. Por la enorme gravedad que se ha tejido en todo el cuerpo social dominicano, donde la CORRUPCION se ha “normalizado” y no es una subcultura sino parte de la cultura.

Los gobernantes de los últimos 23 años han sufrido el síndrome del hybris, sobre todo, el actual. El hybris es una desmesura en el ejercicio del poder. Es como señalaba Gabriel García Márquez en el Olor de la Guayaba “El poder como la fama nos hacen perder la perspectiva de la realidad”. Hoy, en el gobernante vigente, la caracterización del hybris, que no es más que un “orgullo o confianza en sí mismo muy exagerada, focalizada en la relación de poder”, cobra más fuerza con sus frases “con los que están aquí yo gano” sin ser candidato. “A mí nadie me ha dado nada, no me apoyaron en el 2000 ni en el 2012 ni en el 2016”. El narcisismo expresado en una exageración del yo pronunciado 24 veces. Una profundización y prolongación del ego. Destierra la calidad de la democracia y la institucionalidad y asume en medio de la mitomanía el desgarramiento de asunción de la democracia de papel.

Los ciudadanos y ciudadanas tenemos que empoderarnos. Ser ciudadanos y no simple electores. Trascender más allá de su pobreza material. Cuando se es pobre y no actúa libre y en entera libertad pasa a un plano deleznable: el nivel deslizado de la miseria humana. La pobreza no la pierde y ahora te encuentras en el plano de la humillación y de la degradación al perder la nobleza, la dignidad y el ciclo vital del risueño coraje que nos da el sueño de construir. Jean Jacques Rousseau en su famosa obra El Contrato social (1762) decía “El pueblo inglés piensa que es libre y se engaña: lo es solamente durante la elección de los miembros del parlamento. Tan pronto como estos son elegidos, vuelve a ser esclavo, no es nada”.

En esta democracia de papel existe el predominio de la crisis de confianza, que se desarrolló con los efectos de esta mutación de primarias, donde el candidato del partido oficialista surge en medio del riesgo de la legitimidad que ha traído una nueva recomposición, desconfiguración y rearticulación. El panorama del mercado electoral cambió y con ello la hegemonía y dominación del partido en el poder.

¡A la crisis de la eficiencia, del deterioro de los servicios públicos, esto es, de la Gobernanza, nos trae una perdida más gravada de los actores políticos que cual paradoja de la complejidad social, cursa en su vientre la génesis de la renovación democrática para rupturar esta democracia de papel!