La emigración internacional de dominicanos (cont.)
La salida y radicación en el exterior de dominicanos ha tenido y sigue teniendo en la actualidad impactos de gran calado en la sociedad dominicana: en la dinámica poblacional (en el crecimiento demográfico, en la fecundidad, en la estructura por edad, en la estructura y funcionamiento de las familias y hogares, en la nupcialidad, etc.); en la economía (en el crecimiento del PIB, la estabilidad macroeconómica, el mercado laboral, el desarrollo de los sectores financiero e inmobiliario); en las condiciones de vida de la población dominicana, sobre todo en la movilidad económica social de cientos de miles de dominicanos de estratos bajos y medios bajos; en la cultura y subculturas dominicanas, e incluso en la identidad del dominicano o la dominicanidad, entre otras dimensiones de la vida.
Las consecuencias demográficas más evidentes de la emigración de dominicanos al exterior han sido en el crecimiento de la población, en la estructura por sexo y edad de la población, en particular de la Población Económicamente Activa (PEA) o fuerza laboral. También La emigración surte efectos indirectos sobre el crecimiento demográfico porque el carácter selectivo de la migración según edad disminuye la proporción de adultos jóvenes involucrados en la reproducción tendiendo a bajar la natalidad.
Actualmente la población de RD pierde anualmente por la emigración en términos netos unas 37 mil personas de las 130,616 que se incorporan cada año (crecimiento natural), por lo que reduce la tasa de crecimiento demográfico total en casi un 38.8% y la coloca por debajo de la tasa de crecimiento natural, de acuerdo con las Estimaciones y proyecciones nacionales de población de la ONE.
Dado que en su mayoría los emigrantes dominicanos salen del país en las edades de participación en la actividad económica (15 a 64 años), una parte importante del dividendo o bono demográfico que ha disfrutado el país desde los años 80 se ha evaporado con la salida de centenares de miles de jóvenes y niños. Pero al mismo tiempo, la emigración ha facilitado la movilidad social de muchos dominicanos de sectores de estratos bajos y medio-bajos.
Respecto de los impactos económicos y sociales, sobresalen las remesas que reciben centenares de miles de hogares dominicanos, las que aportan el 7.5% del PIB, lo que sitúa al país como el tercer receptor más importante en el Caribe. Por tanto, son un soporte importante del crecimiento del PIB, la estabilidad macroeconómica, y la sobrevivencia de millones de dominicanos.
En la República Dominicana las remesas tienen efecto en las condiciones de bienestar de las familias receptoras, son fuente de ahorro que se canaliza en el establecimiento de microempresas, en mejora de las viviendas y el entorno de los hogares e impulsan procesos de urbanización que cambian la fisonomía de comunidades enteras. En particular, permiten disponer de recursos para la educación de los hijos, lo que impacta el nivel de escolaridad en la comunidad de origen. (PNUD 2005).
A nivel macroeconómico, los estudios han demostrado que las remesas son un factor fundamental para el sostenimiento de la balanza de pagos dominicana. A nivel microeconómico, un análisis comparativo de 11 países de América Latina demostró que las remesas tienden a reducir el número de personas pobres en República Dominicana. Los ingresos por remesas representan un importante aporte para los agregados macroeconómicos y el desarrollo de las localidades donde son recibidas y utilizadas.
La migración y las remesas influyen sobre la oferta de mano de obra de diversas formas. De acuerdo con un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) la mayoría de los emigrantes dominicanos están en edad de trabajar (95%) y alrededor del 60% estaban empleados antes de salir del país, por lo que su marcha supone una reducción de la oferta de mano de obra de los hogares. Esta reducción se ve agravada por la recepción de remesas -especialmente en el caso de las mujeres-, que tienden a abandonar el mercado laboral cuando sus hogares reciben remesas (OCDE, 2017).
Por otro lado, la emigración supone un estímulo para las inversiones en capital humano: la emigración y la migración de retorno tienden a aumentar el gasto en educación y a impulsar un giro hacia una mayor escolarización privada, especialmente en el caso de los hogares con migrantes de retorno. El estudio de OCDE muestra que los niños que viven en hogares receptores de remesas tienen más una mayor probabilidad de asistir a escuelas privadas (20%) en comparación con los niños que viven en hogares que no son receptores de remesas (16%). El 43% de los niños que viven en hogares con migrantes de retorno asisten a escuelas privadas frente al 17% de los niños procedentes de otros hogares.
Esos resultados muestran que la gente está utilizando la emigración para poder gastar más en educación para sus hijos, incluyendo gasto en escuelas privadas. La emigración también parece incentivar el capital humano a través del retorno de emigrantes con nuevas capacitaciones adquiridas en el extranjero.
Si bien los emigrantes dominicanos tienden a destinar una gran proporción de las remesas para fines de consumo (60%), mientras que solo una pequeña proporción se invierte en actividades empresariales (5%), los resultados de varios estudios también muestran que las remesas están positivamente asociadas con la propiedad empresarial en República Dominicana, pero solo en las zonas urbanas. La emigración, en particular a través de la migración de retorno y las remesas, puede ayudar a los hogares a superar las restricciones crediticias y estimular las inversiones en actividades empresariales e inmobiliarias. Los hogares receptores de remesas y los hogares con migrantes de retorno tienen más probabilidades de poseer un negocio frente a aquellos que no tienen experiencia migratoria.
Sin embargo, existen indicios de que en República Dominicana todavía no se ha alcanzado el pleno potencial de desarrollo de la migración y las remesas. Las remesas y la migración de retorno tienen un impacto limitado sobre las inversiones empresariales, y las remesas parecen reducir los incentivos para que los miembros del hogar que se quedan atrás busquen trabajo, especialmente las mujeres. En ausencia de remesas, es posible que otros miembros del hogar tengan que buscar trabajo; sin embargo, la recepción de remesas puede reducir la necesidad de trabajar de otros miembros del hogar. Estos patrones se repiten en diversos contextos y lugares del mundo.
Además de los mencionados beneficios, la emigración tiene impactos no deseados. Entre los problemas sociales asociados con la emigración se encuentran: i) pérdida de recursos humanos calificados, ii) ruptura del núcleo familiar, iii) alta dependencia de los familiares del emigrante respecto a las remesas, lo que motiva actitudes negativas en el mercado de trabajo, iv) cambio en los patrones de comportamiento, especialmente en jóvenes. En adición, el emigrante frecuentemente enfrenta problemas de integración, así como racismo y xenofobia en las naciones receptoras (PNUD 2005).
Con respecto a la llamada “fuga de cerebros”, se verifica sin dudas una pérdida de recursos calificados y de la inversión realizada en educación en aquellos migrantes que llegan a al menos a completar la secundaria. Datos disponibles indican que los emigrantes dominicanos están relativamente bien instruidos comparados con los individuos sin experiencia migratoria. Entre los emigrantes, el 23% había finalizado la educación postsecundaria, frente al 16% de los migrantes de retorno y de los individuos sin experiencia migratoria. No obstante, aunque República Dominicana esté perdiendo parte de su mano de obra mejor formada en aras de la emigración, en cierta medida la migración de retorno está compensando este efecto contribuyendo a la formación de capital humano.
En síntesis, si bien no es posible realizar de manera estricta un balance de los impactos positivos y negativos de la emigración de dominicanos, a simple vista, el balance en términos económicos –macro y micro- parece ser positivo. A pesar de los costos de capital económico, humano, social y afectivo para los hogares y el país, la emigración puede ser beneficiosa en varios aspectos: para la macroeconomía; para los mercados de trabajo caracterizados por el subempleo; para los niveles de competencias profesionales en el país; y para las mujeres que se quedan y asumen más responsabilidades.
Ahora bien, de qué manera el Estado dominicano ha manejado la temática de las emigraciones y de las comunidades de dominicanos en el exterior en términos de políticas públicas, y cómo hacer un mayor aprovechamiento de dichos flujos y de sus relaciones diaspóricas con esos connacionales es tema de otro artículo.
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