Las inmigraciones internacionales a República Dominicana (cont.)
¿Cuál ha sido el impacto demográfico, económico, social y cultural de las inmigraciones internacionales en la sociedad dominicana?
En términos demográficos, las inmigraciones a República Dominicana han funcionado históricamente como mecanismo compensatorio de población. Desde los años 60 contrarresta en parte el efecto de la “pérdida” de población por la masiva emigración al exterior de dominicanos, en su mayoría jóvenes y adultos en edad productiva. En un hipotético escenario de ausencia de flujos de inmigrantes a RD, la población total actual del país hubiese sido menor en al menos unos 850,000 habitantes, de acuerdo a la ENI-2017, y la tasa de crecimiento demográfico anual sería un poco menor del actual 0.92% de las proyecciones de población de la ONE.
Si bien no se cuenta con estimaciones de la fecundidad de las mujeres inmigrantes, dado que casi el 60% de las 207 mil mujeres de origen extranjero (inmigrantes y descendientes) están en edad fértil (15 a 49 años), que casi dos de cada tres de ellas están en las edades más reproductivas (20 a 34 años), y que 70% vive con su pareja, representan un potencial importante de nacimientos y de demanda de servicios obstétricos de atención en salud.
En el caso de los inmigrantes haitianos y sus descendientes, debido a que en su mayoría son jóvenes en edad productiva, causan un cierto rejuvenecimiento de la población y particularmente de la fuerza de trabajo, incrementando en términos globales la oferta de fuerza laboral y la participación de la población en la actividad económica, lo que en teoría debería traducirse en menores gastos en salud y baja demanda a la seguridad social.
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Ahora bien, desde una perspectiva sociodemográfica y demo económica, debe tenerse en cuenta que, debido sus bajos niveles educativos y calificación y a fallas del mercado laboral y de la gestión migratoria del Estado dominicano, los inmigrantes haitianos se insertan en su mayoría en el mercado laboral en actividades de baja productividad y bajos salarios, por lo que tienden a incrementar la población que vive en RD en condiciones de pobreza y exclusión social, y, por consiguiente, el porcentaje de población sin protección social, el número de niños sin acta de nacimiento, la fecundidad adolescente, la mortalidad infantil.
Respecto del impacto económico, se estima que en el año 2017 los trabajadores inmigrantes y sus descendientes aportaban el 9.54% del Producto Interno Bruto global, por encima de su representación en la población total que el 8.3%. El aporte al valor agregado de la población nacida en Haití es de 7.41%. En los sectores agropecuaria y construcción el aporte se eleva a 28% y 29% respectivamente (UNFPA, 2019), si incluir aportes indirectos, como son el efecto de encadenamiento productivo de los sectores agropecuaria y construcción.
El impacto de las inmigraciones en el mercado laboral es, sin dudas, el más importante, pues atraviesa temas también importantes para la competitividad de la economía dominicana y la cohesión social, como son empleo, el desempleo, la pobreza, las desigualdades sociales y territoriales de ingreso y condiciones de vida, los derechos laborales de trabajadores inmigrantes. En dos sectores económicos, agropecuaria y construcción, los trabajadores inmigrantes haitianos han sido históricamente el reemplazo de la fuerza laboral nativa no calificada que ha emigrado progresivamente a otras actividades mejor remuneradas.
Si bien es de consenso, aún en los círculos de intelectuales, académicos, comunicadores y tertulianos suficientemente informados sobre el tema, se asume como axioma la hipótesis que la fuerza laboral inmigrante haitiana ha producido un desplazamiento de mano de obra dominicana y ha presionado a la baja los salarios de los trabajadores no calificados. Contrario a esta percepción, las investigaciones realizadas en los últimos años coinciden en su mayoría en que los datos disponibles no muestran evidencias de que la mano de obra inmigrante haitiana esté desplazando la fuerza laboral nativa y/o que esté deprimiendo los salarios (OCDE, 2017; Mejía Santana, 2016; Banco Mundial, 2006 y 2013; Lozano, y Báez, 2010; CEFASA, 2012. Mejía Santana, 2009).
Si bien se registra un crecimiento importante en la magnitud de los flujos de mano de obra haitiana a República Dominicana en los últimos 25 años, el componente inmigratorio de origen haitiano en el crecimiento de la oferta laboral no parece incidir en el nivel de empleabilidad y participación de la población dominicana en el mercado de trabajo ni en la resistencia a la baja del desempleo, desmintiendo las alarmas tremendistas de neo nacionalistas que afirman que las inmigraciones haitianas constituyen una amenaza para el mercado laboral dominicano.
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Los hallazgos de esos estudios sugieren que más que un efecto de sustitución o desplazamiento de la mano de obra nativa por la de origen haitiano, se estaría operando un proceso de reemplazo de mano de obra de baja calificación, sobre todo en los sectores de mayor presencia de mano de obra inmigrante haitiana, como son la agropecuaria y la construcción y algunas actividades de los servicios de vigilancia, servicios domésticos, no sólo porque trabajadores nativos han “migrado” hacia otras actividades menos rudas y mal pagadas, (moto concho, zonas francas, comercio informal, etc.), generando nichos laborales para la inserción de los inmigrantes, sino además por la dinámica de las migraciones internas y las emigraciones de dominicanos al exterior, cuyas transferencias monetarias a los nativos que permanecen en el país incrementa los salarios de reservas de trabajos mal remunerados.
Está suficientemente documentado que los niveles de empleo y desempleo en la República Dominicana están determinados sobre todo por factores económicos, sociales y demográficos de orden estructural y carencias y déficit en políticas productivas, sociales y laborales que produzcan una sinergia entre el crecimiento económico, la estructura productiva y las condiciones del trabajo.
En el contexto de una creciente oferta de fuerza de trabajo que resulta de la combinación del cambio en la estructura por edad de la población (bono demográfico), la emigración de dominicanos y la inmigración haitiana, el alto crecimiento económico de República Dominicana en estos años no ha bastado por sí mismo para producir los suficientes empleos productivos que reduzcan de manera significativa el desempleo, el subempleo, la informalidad laboral y el empleo vulnerable o precario.
En relación con el uso de servicios públicos, sobre todo de servicios de salud, si bien la ausencia de información sobre el aporte de los inmigrantes haitianos al fisco y la carencia de información adecuada de la demanda de servicios sociales no permite estimar con cierta precisión el impacto de la inmigración sobre las finanzas públicas mediante el cálculo del valor presente de la diferencia entre el pago de impuestos y la demanda de servicios públicos, las estadísticas de servicios hospitalarios y gasto en salud del ministerio de Salud Pública y algunos datos recopilados en encuestas permiten sostener que, contrario a la percepción generalizada, los inmigrantes en RD generalmente no utilizan los servicios de salud en mayor medida que los individuos nativos. En términos generales, la población inmigrante y la población nativa utilizan los servicios públicos de salud en la misma medida y los inmigrantes tienen menos probabilidades de disfrutar de beneficios de protección social, de salud y de jubilación
El gasto per cápita en salud de los haitianos está muy por debajo del de los dominicanos, y el monto total y porcentaje consumido en servicios de salud con respecto al gasto total en salud está muy por debajo de lo que aportan al Producto Interno Bruto de RD. Las evidencias contradicen la supuesta sobrecarga, saturación o desplome de los servicios hospitalario por el uso intensivo de los servicios públicos de salud por los haitianos, sus descendientes nacidos en RD y transeúntes transfronterizos (“parturientas”).
Otro de los impactos que se atribuyen a las inmigraciones a República Dominicana es en la cultura o en los rasgos de la identidad dominicana, lo que se expresa en conductas concretas exhibidas por sectores inmigrantes, subculturas híbridas, bilingüismo cultural en un mundo en creciente globalización cultural. Al respecto, las apreciaciones van desde los planteamientos de sectores políticos e intelectuales que consideran que dichos movimientos migratorios están produciendo un proceso de desnacionalización de República Dominicana o de degeneración cultural, racial, religiosa, sanitaria, demográfica, sexual (Núñez, Manuel, 2001; Castillo, Pelegrín, 2011) hasta aquellos que valoran como aportes al patrimonio cultural de un sincretismo que incorpora elementos lingüísticos, culinarios, religiosos, musicales, danzarios, etc., enriqueciendo la cultura dominicana, y en particular aquellas expresiones o subculturas subalternas.
El impacto político de la inmigración se expresa sobre todo en la politización de las condiciones de acceso de los inmigrantes haitianos a los servicios públicos y a las prestaciones sociales, que es instrumentada por líderes y partidos políticos que utilizan argumentos xenófobos y racistas para ocupar espacios de opinión pública y concitar votantes, atribuyéndole a la población inmigrante haitiana y sus descendientes incluso el potencial de convertirse en una minoría étnica y demográfica con poderes hasta para decidir las elecciones presidenciales.
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