Fuera de que el COVID-19 es un problema de salud trascendente, entre las medidas de prevención y la histeria mundial que genera van a tener un impacto devastador en la economía y la población dominicana.
Muchos van a perder el empleo o ver disminuido su nivel de ingreso, incluyendo el fisco. Muchos no conseguirán empleos durante un buen tiempo. Casi todos los sectores de la economía van a sufrir. El país quedará más endeudado.
Los economistas solemos pensar primero en el sector externo. Si bien el país gastará menos en combustibles y recibirá más por el oro, también va a ver reducidas sus fuentes corrientes de divisas.
El país tiene cuatro fuentes principales: las exportaciones de la producción nacional, las de zonas francas, el turismo y las remesas. En el caso de las exportaciones nacionales no me ocuparé de esto ahora, porque si bien algunos renglones sufrirán impacto negativo, eso se compensará con los mayores precios de oro.
Las remesas van a bajar sensiblemente, pues muchos compatriotas en el exterior trabajan en restaurantes, salones, taxis y servicios en general, que van a parar. Las zonas francas también van a bajar, lo cual dependerá de cuánto resulte afectado el empleo y el consumo en los EUA y otros países.
Parece ser que mucho, pero mi intención en este artículo no es hacer cuantificaciones, lo cual tampoco es posible sin saber hasta cuándo durará la emergencia. Pero lo único seguro es que su impacto en el turismo va a ser (está siendo) demoledor.
Primero, por la paralización de vuelos, cruceros, aeropuertos, restaurantes y hoteles. Segundo, por la caída del ingreso en los países de origen y la tendencia a economizar todo lo que no sea imprescindible; tercero, porque cuando todo esto pase persistirá el temor de la gente a los viajes; y cuarto, porque cuando el mercado se pierde tomará más tiempo reconquistarlo.
Solo imaginemos que, tras todo el esfuerzo, tiempo y dinero que invirtió la República Dominicana para atraer rutas de cruceros, el impacto sicológico que tendrá no permitirles ahora desmontarse y la sensación de claustrofobia y terror que deben sentir los que se encuentran vagando de puerto en puerto.
Ahora bien, mucha gente cree que un dólar menos que llega al país tiene el mismo impacto que cualquier otro dólar, o que se equipara y compensa con un dólar menos gastado en petróleo. Desde el punto de vista del mercado cambiario sí, pero la economía es más compleja.
Por ejemplo, las remesas no son un sector de la economía. Ni siquiera son parte del PIB nacional, porque ya estaban contabilizadas en el PIB del país en que se originaron. Las zonas francas y el turismo sí son parte del PIB dominicano.
Cualquier sector o actividad productiva suele tener tres tipos de impacto sobre el empleo, los ingresos familiares, el fisco, etc. 1) Un impacto directo, que consiste en la producción en sí y los pagos de salarios, impuestos, rentas, alquileres y remuneraciones de los que aportan los factores productivos.
2) Un impacto indirecto, derivado de las compras que deben hacer a quienes les suministran los insumos, equipos, capital, les construyen los edificios e instalaciones, etc., los cuales a su vez pagan sus factores productivos.
Y 3) Un impacto inducido, pues al final, los que recibieron esos ingresos los gastan a su vez en nuevo consumo o inversión, pagan impuestos, etc. difundiendo sus efectos hacia el resto de los agentes del país.
Las remesas no tienen impacto directo ni indirecto, pues ya lo habían tenido en su país de origen. Solo tienen impacto inducido, muy importante por cierto, gracias al consumo familiar que movilizan.
Las zonas francas tienen un gran impacto directo, por su capacidad de generación de empleos, pero poco indirecto, ya que están poco integradas al resto de la estructura económica. También es importante su efecto inducido.
Ahora bien, el impacto grande, tanto directo como indirecto e inducido, es del turismo, pues de él dependen muchos negocios y actividades distintas, comenzando por la agricultura, industria de alimentos, bebidas, mobiliario, transporte, entretenimiento, finanzas, construcción, etc., y el fisco mismo. Esa sí va a ser una herida que nos va a doler.