Definitivamente, no tienen madre quienes consagraron, copiando textualmente del Código de la Santa Inquisición la prohibición del aborto, sin importar sus causas imperativas (sea por riesgo de muerte de la madre o el feto, sea por malformación congénita, o sea por violación o incesto); no tienen madre quienes, en el Congreso de esta aldea (que por sus anacrónicos absurdos se define como un sorprendente rezago de la Edad Media) aprobaron esa estupidez, vergonzosamente sometidos al chantaje de la cúpula clerical más atrasada; no tienen madre si después de esa aberración se declararan “leales” al pensamiento de Juan Bosch.