Esta semana la Iniciativa Dominicana para una Educación de Calidad ( IDEC) presentó su informe de seguimiento y monitoreo correspondiente al Plan Estratégico de Educación 2017- 2020 del Ministerio de Educación.
La IDEC es un espacio de diálogo y concertación que agrupa a diferentes actores clave involucrados en la educación dominicana y que, desde el año 2012, combina un meticuloso proceso participativo de definición de propuestas con rigurosidad en el seguimiento a los planes de Gobierno que se hacen tomando dichas propuestas como base.
Del informe de IDEC 2020 quiero aprovechar para resaltar y comentar aspectos relacionados con la educación que se ofrece en la modalidad técnica de secundaria, esto es, con la oferta de los politécnicos.
El informe de IDEC 2020 parte del análisis del triple objetivo de que lo que se procura es incidir en que los más jóvenes permanezcan en el sistema educativo hasta completar secundaria, estén mejor preparados para insertarse al ambiente laboral y continúen sus estudios hacia la educación superior. Y, en este sentido, destaca los esfuerzos sucesivos que ha habido en el país y menciona, entre otros logros, la renovación de los títulos de bachilleres técnicos, que el nivel técnico pasó de ofrecerse en los últimos dos grados, a ofrecerse en los últimos tres grados de secundaria, y el aumento de la matrícula de unos 40,000 estudiantes en el 2012 a unos 84,000 en el 2019 (lo cual representa el 20% del total de estudiantes en segundo ciclo de secundaria).
Además de detallar los logros, el informe menciona, en su apartado dedicado a la Meta 3: Educación Técnico Profesional y de artes, una serie de acciones incompletas de las que quiero mencionar cuatro: La ampliación de la cobertura de la modalidad técnica, la puesta en marcha del Marco Nacional de Cualificaciones, el Préstamo del BID para la educación Técnica y el esfuerzo por que la educación técnica sea justamente valorada según su impacto potencial para las personas sujeto de la misma y para el país.
Empezaré por la primera, el aumento de cobertura. Nos viene bien el aumento de cobertura: conviene a las personas, a las empresas y al país que más jóvenes puedan salir egresados de secundaria listos para decidir si continuar sus estudios o ejercer una ocupación que, en muchos casos, podría ser la única forma proseguir con sus estudios. El aumento de cobertura de politécnicos es una solución para no seguir aumentando las cifras de desempleo juvenil, que en el 2018 rondaba el 28%.
Ahora bien, tal como menciona el programa de Gobierno PRM 2020, la ampliación de cobertura debe venir acompañada de politécnicos debidamente equipados y con los recursos humanos adecuados. Esto, lamentablemente, no se ha cumplido a cabalidad en las expansiones que se han realizado entre el 2012 y el 2016. Para ser más claros: tenemos politécnicos con estudiantes, pero sin el equipamiento o los docentes técnicos que suponen sus programas de estudios.
Para lograr que todos los politécnicos cumplan con las características descritas en el párrafo anterior, debemos cumplir con el segundo pendiente que puse en mi lista: el préstamo del BID. De éste hablé en mi artículo de la semana pasada titulado Recursos para soñar y representa una solución a la falta de recursos económicos que adolece el sistema para cubrir con los costos que implica dotar a los actuales centros y a los nuevos que queremos habilitar.
El Marco Nacional de Cualificaciones (MNC-RD) que tenemos pendiente de aprobar a través de una ley orgánica, tiene muchos efectos positivos para el sistema educativo; uno de sus muchos efectos, que se habiliten las condiciones para articular las ofertas y permitir, por ejemplo, a un bachiller técnico ingresar a un programa de técnico superior con cierto nivel de reconocimiento de sus aprendizajes previos, y luego, a un técnico superior, continuar hacia un programa de grado también con opciones de reconocimiento de los resultados de aprendizaje que haya conquistado en su programa anterior. La ley del MNC-RD, facilitará, además, la definición de programas que respondan más directamente a necesidades ocupacionales.
La acción combinada de los tres pendientes antes mencionados son, para mí, la estrategia perfecta para que podamos cumplir con el cuarto pendiente: la justa valoración de la educación técnica.
La educación técnica de la República Dominicana podrá ser justamente valorada cuando nos hayamos asegurado de que la misma conduce a la obtención de un título o certificado que da fe de que la persona que lo porta ha pasado por un proceso educativo bien diseñado y provisto, y que, por lo tanto, es capaz de conducir hacia donde promete.
El reporte de IDEC 2020 nos permite celebrar logros en relación con la educación técnica, y también nos llama a enfocarnos en aquellos pendientes de los que depende que ésta pueda incidir en el desarrollo de nuestros ciudadanos y de nuestro país.