En 1930, previo al ascenso de Trujillo al poder, Andrés Julio Aybar, ciudadano preocupado por el deterioro de la institucionalidad democrática, lanzó una angustiosa advertencia de lo que él y otros ciudadanos consideraban como algo prácticamente inminente: el nacimiento de una nueva dictadura, que devendría durante treinta años en la más cruel tiranía de nuestra historia, desde siempre caracterizada por pequeños pasos hacia adelante y largos retrocesos (lo que, por cierto, no ha cambiado). Ese grito, cargado de inmenso asombro y pesadumbre, fue: “¡No puede ser!”. (Apunte el dato y no diga que no se lo advirtieron).