Cuando veo este país en su brisa, sus mares y arrecifes, sus ríos y sus bosques. Cuando huelo fragmentos de brisa maloliente y contemplo pedazos de arrecifes destruidos, ríos sedientos de agua, playas socavadas, mangles huérfanos de frescura y montañas sin sombras; cuando veo este país con gente brutalizada, con políticos sin noción de lo que es patria sostenible, con burócratas corruptos capaces de negociar desde las dunas de la madre tierra hasta su propia madre; cuando veo toda esta mezcla agridulce de país, pienso que sólo nos salva una tormenta de voluntades iracundas que pueblen todos sus días y todos sus caminos.