Hay tsunamis también en Occidente,

inundaciones, deslaves, terremotos.

Olvidemos las grandes carreteras

y centros comerciales, tu auto

estacionado tranquilo enfrente

de la casa, una paz hogareña lograda

a lo largo de un proceso de años;

de repente los cimientos tiemblan,

los tres grandes árboles del terreno

de la iglesia detrás tambalean. No

puede ser. Esta tierra ha devuelto

energía, movimiento. Lo sabíamos

pero no podíamos creer que el día

llegaría. Llegó. Hoy. Y no me encuentro

ni en Alemanía Occidental ni en Liege,

Bélgica viendo los ríos desbordando

sus bancas. Pero me sumo a la lista

de las partes involucradas. Soy Belga,

Alemán, amigo, hermano, y estoy de luto.