Una pena que no pueda identificarme con la totalidad de los juicios que hace poco emitió en Acento el prestigioso politólogo César Pérez en relación a la crisis que vive Venezuela. Uno quisiera no tener más que coincidencias, el menos las esenciales, con gente a las que le confiere –y en mi caso esto no pienso cambiarlo— virtudes intelectuales, políticas y éticas sobradas.   

Debe reconocerse que hay en el escrito de Cesar Pérez, La Venezuela que debe ser defendida, un esfuerzo de marcar ciertas distancias respecto a las posturas más radicales. Y que además postula salidas. Para el articulista, “la salida a la crisis debe encontrarse en un acuerdo entre las fuerzas políticas del referido país, entre todas sus partes y de las que también son parte las que actualmente detentan el poder, independientemente de la naturaleza de ese poder”. Palabras sensatas, sin duda.

“Pero el gobierno de Maduro, por ser ilegal e ilegítimo debe ser desalojado, debe ser obligado a resignar un poder obtenido mediante el desconocimiento de la voluntad mayoritaria del pueblo”. Aquí sí que tengo problemas para entender. Las partes, propone el articulista, deberían negociar, llegar a un acuerdo; pero, puesto que el gobierno de Maduro es ilegal e ilegitimo, el único resultado aceptable es que se le obligue a resignar el poder. Es como que el acuerdo ya debe estar antes de acuerdo. Si no, que alguien me explique…

Sigamos. El autor comienza denunciando a Estados Unidos y a Rusia como los Ejes del Mal que inciden en la crisis del país sudamericano. Valorar a las dos potencias como Ejes del Mal podría discutirse, pero confieso que el caso de Rusia no se a qué viene cuando se trata de la crisis venezolana. No lo digo porque niegue que Rusia es una potencia a la que debe interesarle Venezuela; lo que no veo es qué tiene que ver ese país con el momento concreto de nuestros vecinos. De Estados Unidos, por el contrario, si sabemos –lo sabe todo el mundo– que es el confeso y más activo provocador de problemas en Venezuela (como dondequiera que haya gente). Sin Estados Unidos, no habría crisis en hermano país, o por lo menos no de la magnitud de la realidad actual. Sobre ello vuelvo más adelante.

“Trump, como tampoco Putin tienen calidad moral para exigir respecto a la soberanía de algún país, ambos son las más execrables expresiones de la ultraderecha ultranacionalista, racistas y xenófobas; son enemigos de la esencia del significado del concepto de soberanía y la pisotean en todo el mundo”. Tal vez tenga razón. En el caso del señor Trump, la cosa es muy clara. Putin, que tampoco es santo de mi devoción, yo no lo veo más que hablando de la necesidad de dialogo, más o menos como lo hace el Papa. Su apoyo a Maduro –sabemos bien que lo apoya— lo comparte con los chinos y con la mayoría de los estados del mundo. ¿Dónde está el mal?

El autor entra a descalificar al gobierno de Maduro con una serie de argumentos. Pero hay olvidos que es menester traer a colación.

  1. El autor habla de la crisis de Venezuela como hubiera caído del cielo, olvidando por completo la historia.  Todo está “motivado por un régimen represivo, corrupto y minoritario que se ha mantenido en el poder desconociendo resultados electorales que les han sido ampliamente desfavorables”. Los gringos y la oposición no han roto plato. Nada de mención del golpe de Estado del 2002, ni del golpe petrolero; las guarimbas brillan por su ausencia, a pesar de sus destrucciones  (que incluye la quema una universidad), de sus asesinatos, de los quemados vivos por su apariencia humilde y su pinta de chavistas.
  2. ¿Y las sanciones? ¿Queda alguna pendiente? ¿Es posible mas abuso continuo, mas atentado contra la economía venezolana? La última consiste en nada menos que confiscarle a la empresa SITGO, valorada en 11.000 millones de dólares, y robarle 7.000 millones de esa empresa. La guerra económica (comercial, financiera, monetaria) contra Venezuela ha provocado un daño difícilmente mensurable. Todo con la manifiesta intención de provocar desesperación  en la población (desabastecida, asediada por la inflación infernal, etc.)y de esta manera desanimar el respaldo popular al chavismo gobernante. El libreto es viejo: lo sabe Cuba, lo sabe el Chile de Allende con aquel cinismo Kissinger: hay que hacer chillar la economía de Chile… Es la profesa auto cumplida: te meo la ropa y luego te acuso de heder a orine.
  3. Es verdad que la oposición ganó la mayoría en la Asamblea Nacional (por cierto, bajo la organización del actual poder electoral, que al parecer esta vez no auspició el fraude consabido). Y que paso entonces? Que, en lugar de disponerse a co-gobernar, a jugar su rol como oposición que quiere demostrar su capacidad y sus bondades, no hicieron sino declarar la guerra al Ejecutivo. Recordemos aquello de que a Maduro le daban a los sumo SEIS MESES en el gobierno. Se dedicaron a hacer lo que mejor saben hacer: provocar un clima de ingobernabilidad. Olvidaron que el chavismo tiene poder, mucha gente y conocimiento de la Constitución. Y en esta se amararon para convocar la Constituyente. La mayoría de lo oposición de negó a participar. Una pena. Pero el chavismo tampoco iba a dejar que le trancaran el juego. Ningún gobierno está obligado a dejarse acorralar.
  4. Nicolás Maduro fue electo Presidente, en mayo pasado, con una votación del 67% de los votantes que concurrieron. Es verdad que la votación global no fue la más alta: un 46%. Pero, en primer lugar, obtener un 67% de una participación de 46% significa obtener más votos proporcionales que el 46% de una participación de 55%, como en el caso de Donald Trump, y muchísimo más que obtener lo que sea de una participación del 5%, como en el caso de Haití (y nadie ha dicho que su gobierno es ilegitimo), para solo citar dos ejemplos de gobiernos que andan pontificando sobre legitimidad. En el caso de otro de esos gobiernos, el de Honduras, ahí la cosa es de reírse con más ganas: un gobierno que más bien debería llamarse HIJO DE UN APAGON… Y por ahí sigue la retahíla de “demócratas” … de hojalata.
  5. Si parte importante de la oposición no participó en las elecciones de mayo fue porque no quiso, o, mejor dicho, porque le ordenaron que no quisiera. Prefirieron obedecer a quienes le ordenaron patear el tablero después de haberse arribado, en Santo Domingo, a un acuerdo al que solo le bastaba la firma. No son los chavistas quienes dicen de un acuerdo ya listo, sino alguien tan poco sospechoso de chavismo como Rodríguez Zapatero. Y es que firmar ese acuerdo no se correspondía con la agenda imperial ni la de la oposición violenta de Venezuela. Pensándolo bien, fueron coherentes… en su indecencia.
  6. Se habla de derechos humanos. El tema es de primer orden. Si en el gobierno de Maduro se ha incurrido en violaciones a los derechos humanos, mal por ellos. Habría, sin embargo, que preguntarse: 1) si ha habido sanciones para los culpables; 2) cuál es la magnitud de tales violaciones,  y 3) quién está libre de culpa (de esos que andan acusando) para que lance la primera piedra. También preguntarse si es verdad que quieren detectar violaciones a granel, para que se den una vuelta por Colombia y averigüen cuántos asesinatos (cuántos cientos) de líderes comunitarios  van solo en los últimos meses. Y que se asomen a Honduras, y al Chile de los mapuches. ¡Uf! Sé que el trabajo es arduo, pero ¿no que nos preocupan los derechos humanos? (No lo digo por ti, Cesar Pérez, pues sabemos que tú eres de los que creen de verdad en los derechos).
  7. Recientemente, al asesor de seguridad nacional del gobierno norteamericano, John Bolton, se le zafó el seguro y hablo claro sobre una de las intenciones de los gringos para con Venezuela: nos interesa el petróleo. Pero al lado de este recurso hay también mucho oro, diamante, bauxita, hierro… No permitir que esos recursos estén por las anchas a disposición de Estados Unidos es un pecado imperdonable.
  8. Pero este ni siquiera es el peor de los pecados. El peor de los peores es haberse decidido actuar con independencia y haber optado por un régimen social alternativo al capitalismo. Había que evitar que este intento tuviera éxito. El ejemplo para los pueblos del mundo es demasiado pedagógico, demasiado demostrativo de que otro mundo es posible. No importa que no del todo se trate de socialismo en el sentido pleno, pero esto de las COMUNAS, de los programas misiones, de 2 millones quinientas mil viviendas,  combate al analfabetismo, cincuenta y tantas universidades, etc., le huele muy mal a la derecha. Es sencillamente intolerable. El chavismo, lo sabemos todos, no es ni puede ser un absoluto dechado de virtudes, entre otras razones porque tampoco lo dejar ser.
  9. “Al loco de le queda poco” le gritaban desde el principio a Hugo Chávez (como a Fidel siempre “este ano lo tumbamos”). El chavismo es imborrable, no importa que a Chávez lo hayan matado induciéndole cáncer. Puede que caiga mañana el gobierno chavista, pero es ya una realidad política, social e ideológica, como lo son las fuerzas progresistas en el mundo, en especial en América Latina.
  10. México y Uruguay ha convocado a una Conferencia Internacional para ayudar a buscar soluciones para la crisis venezolana. Apuesto peso a moriqueta que el gobierno de EE UU y la derecha de Venezuela intentaran boicotearla. ¡Escríbanlo!  Y es que hay una decisión que ya Barack Obama enunció con aquello de que Venezuela constituye una “amenaza inesperada para los Estados Unidos”. Hablar de esta tal “amenaza” (¡!) se tomaría por un  solemne disparate si uno no conociera al imperio. Evo Morales, cabeza del que quizá sea hoy el más exitoso gobierno de América, podría ganar las próximas elecciones en Bolivia; ya andan hablando de que se tratara de un gobierno ilegitimo.  Acaba de instalarse López Obrador en el Ejecutivo de México; esperen los embates…
  11. Los medios de comunicación hegemónicos han hecho su trabajo y lo seguirán haciendo. Sin ellos sería impensable esta inicua conversión de la víctima en victimario y viceversa, como lo sentenció en su momento Malcom X. Una verdadera jauría de medios, en especial en Occidente, han logrado convertir en sentido común la metáfora que hace de Venezuela el reino del mal y a Maduro como implacable “dictador”. Ya los “barbudos” triunfantes de en la Revolución Cubana se deleitaban, de acuerdo a ciertos rumores bien orquestados, ensartando niños en las bayonetas de sus fusiles. La mentira periodística es tan vieja como el propio periodismo, pero hoy la manipulación, la saturación, el truco se han revestido de la gracias que le da su nombre anglosajón: FAKE NEWS. ¡Vamos todos a ejercer el oficio de la Fake News, que luego la post verdad rematara hasta que la gente quede bien convencida de que la Luna es de queso!  Solo que no será tan fácil, y me temo que ni siquiera posible.