Uno de los más graves problemas de la sociedad dominicana es la poca visión de miras que tienen los actores estratégicos (poderes fácticos), principalmente los agentes económicos. A menudo solo alcanzan a ver sus intereses corporativos y ni siquiera logran vislumbrar su rol estelar de defensor del establishment con cierta soltura. Creen que la exacerbación del individualismo, predominante hoy, conjuntamente con la indiferencia, serán el eje de su defensa para permitir todo lo que estamos viendo y asistiendo: Una pasmosa degradación institucional y con ello, una caída enorme de la valoración hacia la democracia.

Los niveles de conflictividad que se ciernen en todo el cuerpo social, se anidan y consustancializan, merced a la profunda deuda social que nos acicala y desdibuja como sociedad. La cohesión social y con ello, la confianza, lejos de mejorar para construir un proyecto social-colectivo, disminuye. Es tan grave la ausencia de la cohesión social que las relaciones interpersonales, como variable fundamental para la interactuación social, apenas alcanza 14 puntos de 100 en Latinobarómetro.

La falta de cohesión social ejemplifica de manera meridiana toda la problemática que encierra el no contar con un Capital social halagüeño para diseñar y empujar hacia la cooperación, colaboración, servicialidad, sinergia, bien común, espíritu de cuerpo y una plausible visión, como estandarte del compromiso con el futuro.

Toda esa ausencia que gravita hoy a lo largo y ancho de todo el tejido social dominicano, como cantera de un liderazgo político negativo y de un poder fáctico desconectado, que no comprende el manejo del poder en una sociedad del Conocimiento y de la Era de la Tecnología y de la Información. ¡Ya no hay dominio de los medios de comunicación per se. La información, los datos, están al alcance de todos. Las redes hacen su revolución!

Las agendas estructuradas, verticalizadas, no juegan el rol estelar de ayer. Las redes, como ente más dinámico y alternativo del poder tradicional, resquebrajó el poder de las elites (política y económica). La hegemonía ideológica-cultural es más contradictoria y en consecuencia, más horizontal. El caso del Procurador y del Presidente Medina en el Consejo Nacional de la Magistratura es el ejemplo más paradigmático. ¡Le cambió la agenda a todo ese poder político. La reacción ha sido a favor de Miriam Germán y con ella, a la dignidad y la decencia! No calcularon las consecuencias y sus olas, que se han convertido en cuasi en una tormenta perfecta, en detrimento de los que diseñaron las orillas de sus esperpentos de anónimos y de espías.

Paula Narváez, Directora de las Naciones Unidas de Gobernanza y Participación para América Latina y el Caribe, nos invitó a reflexionar acerca de la violencia. La violencia afecta la gobernanza de una sociedad. En Dominicana el 64% de los homicidios son una consecuencia de la convivencia social y la manera de cómo abordamos los conflictos, las diferencias. El 17% de los homicidios son fruto de la delincuencia y un 4% producto de los aparatos coercitivos del Estado (Policía, militares). La gobernanza nos ayuda a entender como los gobernantes y gobernados, en un ejercicio de los valores de la democracia, encuentran soluciones a problemas cardinales, nodales de la sociedad, de manera eficiente, efectiva, con calidad, propiciando los cambios planeados en beneficios de todos, del bien común.

La gobernanza trasciende al gobierno, es la responsabilidad empoderada de la ciudadanía, para ser posible en la viabilización de la construcción de una mejor democracia. La gobernanza es resituar al ciudadano en el epicentro, a través de su participación, es la horizontalidad del poder, reconociendo actores, empero, dibujando el escenario real frente a los desafíos que nos exigen. Es mirar las deficiencias y fallas de la democracia sin jerarquizar actores y privilegiar con asunciones bloqueadas, sesgadas.

La gobernanza es una búsqueda de una mejor distribución del poder. La gobernanza es el encuentro de los vínculos de integración sistémica, para orientar y neutralizar lo más posible la protección social en el eje de más inclusión. Las falencias institucionales que lastran a la sociedad nos degradan como nación. La corrupción, la impunidad, las prioridades de los recursos, la poca supervisión técnica de las inversiones en infraestructuras y los niveles de precarización de los empleos, de la salud, drenan negativamente la gobernanza y con ello, trae consigo ciudadanos distintos en un mismo territorio.

Que tengamos 18,000 teléfonos “pinchados” solo en el Distrito Nacional y la Provincia de Santo Domingo nos grafica la crisis del ciclo entre libertad y autoritarismo, entre individuo y comunidad. La gobernanza, según Nicolás Berggruen, versa “la forma en que se han de alinear los hábitos culturales, las instituciones políticas y el sistema económico de una sociedad, para darle a su pueblo la buena vida que desea. La buena gobernanza se da cuando estas estructuras se combinan para establecer un equilibrio que genera resultados eficaces y sostenibles en interés común de todos. La mala gobernanza se da cuando las condiciones subyacentes han cambiado tanto que prácticas antes efectivas se vuelven disfuncionales o cuando adviene la decadencia a raíz de la dominación de intereses particulares organizados (o las dos cosas)….”.

Cuando Latinobarómetro nos auscultó en la pregunta se gobierna para el bien de todo el pueblo, obtuvimos una puntuación de 15. El país mejor valorado en ese ítem fue Bolivia con 33. A la pregunta de para quien se gobierna, quedamos en el séptimo lugar de los 18 países evaluados. Que se gobierna para los poderosos, con una puntuación de 84; en cuan justa es la distribución de la riqueza, logramos 17, octavo lugar de los países valorados.

Tenemos altos niveles de potencialidad conflictiva que cierran un círculo y abre otros, ocasionado en la fuerte fragilidad y degradación institucional que expresa un coctel incendiario de no buscarse nuevas formas de gobernar, con mayor adecentamiento y compromiso de la vida pública y mejor decencia en la actividad política.