Nueva York.- Decir que los niños que llegan a la frontera huyen de la “violencia centroamericana”, sobre simplifica la cuestión y permite que sean tratados como simples “inmigrantes ilegales”. El Gobierno Federal debe admitirlos y tratarlos como lo que son: refugiados de la Guerra Contra las Drogas.

Transformando naciones en Campos de Batalla, la Guerra Contra las Drogas destruyó las sociedades hondureña, guatemalteca y salvadoreña.

Richard Nixon inició esto en 1971, en 1982 Ronald Reagan declaró las drogas como una “amenaza a la seguridad nacional” y “exportó” la Guerra Contra las Drogas.

Esa Guerra nunca terminará, porque la industria armamentista vende más de $100 mil millones anuales a gobiernos y narcotraficantes. Mientras los banqueros lavan miles de millones de narcodólares anualmente con impunidad total.

Mientras, en México, Centroamérica y el Caribe esta Guerra mata anualmente a más de 50 mil pobres.

Estados Unidos trajo miles de niños refugiados de la Segunda Guerra Mundial, Vietnam, Siria, Irak, Afganistán, Sudán y otros conflictos. Los niños centroamericanos, refugiados de la Guerra Contra las Drogas, merecen el mismo trato humanitario.

La ultraderecha secuestró los discursos políticos y religiosos estadounidenses, ahora los cristianos se faltan el respeto ellos mismos.

Obsesionados con anos y vaginas, de lesbianas y homosexuales, nuestros líderes religiosos desarrollaron una ceguera espiritual progresiva. No ven que cada niño cruzando el Río Grande simboliza a Moisés en el Nilo. Olvidaron que si Egipto hubiese devuelto al Jesús recién nacido huyendo de Belén, Herodes lo asesina.

Entonces nuestra “hermana en Cristo” Hillary Clinton,  “humana y liberal”, demanda devolver los niños a violadores y asesinos.

Los “representantes políticos” latinos callan, anualmente el Congreso financia la “Guerra Contra las Drogas”, estos niños son refugiados de esa guerra.

Devolver a éstos niños al campo de batalla de la Guerra Contra las Drogas, sería una mayúscula deshumanización.