Nueva York.-Los niños centroamericanos refugiados de la Guerra Contra las Drogas están atrapados en dos guerras simultáneas y ninguna tiene final visible. Una de éstas guerras, quizá la más importante, se libra dentro de la consciencia nacional estadounidense, es una guerra contra su historia y su esencia.

En la Guerra Contra las Drogas, la industria armamentista vende más de $100 mil millones anuales. Sus arnas matan más de 60 mil personas entre Sudamérica , el Caribe, Centroamérica y México; en Vietnam “solo” mataron 55 mil estadounidenses en ocho años, ocho años de esta guerra mata casi medio millón.

Esta guerra destruyó las sociedades centroamericanas y corroe las caribeñas.

El frente interno es complicado porque la guerra de Independencia la ganaron soldados borrachos y la guerra civil soldados estimulado con cafeína, ambos estaban drogados.

Ian Williams, en su libro Rum, a Social and Sociable History of the Real Spirit of 1776, explica que el ron fue el “espíritu ganador” de la Independencia.  George Washington, narra, distribuía ron diariamente entre los soldados que lucharon las batallas independentistas.

Y el historiador Jon Grinspan dice, en un reciente artículo en The New York Times, que el café  fue el combustible que ganó la Guerra Civil. “Era como poner a un nuevo regimiento en el frente”, decían los comandantes sobre sus tropas después que tomaban café.

La ley seca fracasó.

Le dificultan la cocaína, y cocinan meta anfetaminas; legalizan la marihuana en Colorado y Washington, ahí no hay guerra.

La industria farmacéutica es una de las mas poderosas porque aquí fabrican más drogas que en ningún otro punto del planeta, el estadounidense  inventa drogas para todo.

Algunas cosas son seguras: los niños refugiados no retornarán a sus países desintegrados, los estadounidenses seguirán drogándose y mucha gente seguirá muriendo, todo esto es muy triste.