Paso ahora a tratar de otro problema capital sobre la recepción de Dostoievski por el pensador. Ya vimos con citas del propio Nietzsche en su correspondencia las noticias de su descubrimiento del escritor ruso.

Sin embargo, es dable encontrar una serie de escritos –que presento en este artículo– que crean en nosotros cierta duda sobre si el encuentro se había efectuado cuando el filósofo lo reconoce en sus cartas a los amigos, desde la citada carta a Overbeck de fecha 12 de fechero, documento No. 798.

Portada de la novela El adolescente de Dostoievski.

En efecto, hay de hecho otros textos suyos y encontramos, tambien, pasajes de otros autores que reseñan su obra, que él conoció, que parecen dar testimonios de que en realidad debió tener noticias de Dostoievski antes de las fechas en que confiesa su conocimiento. Aquí mostraré escritos de su puño y letra, publicados en sus libros que por su referencia y los datos que tratan exhiben esta posibilidad.

Este tipo de incertidumbre es corriente en los testimonios de Nietzsche respecto a su encuentro con escritores a él contemporáneos, a los que a veces cita o se exime de hacerlo, dependiendo de las ocasiones.

Aquí mostraré como se manifiesta este asunto con respecto a su hallazgo del novelista ruso y en el próximo artículo mostraré otros ejemplos de cómo el filósofo trata escritos de otros escritores que cita, que a veces pone a pensar si no son copias casi exactas de esos fragmentos.

Para clarificar la situación de la presencia de la obra de Dostoievski en Nietzsche debemos conocer las fechas en que se efectúan las traducciones al francés de las obras del autor ruso, que es generalmente la fuente de la que absorbe nuestro pensador sus libros.

Cabe reconocer que la primera traducción de una obra de Dostoievski en una lengua de Europa occidental fue la de Crimen y Castigo, en 1882, al alemán, realizada W. Henkel (?). Después de esta se vertieron otras al mismo idioma, y el novelista llega a alcanzar, gracias a ello, gran resonancia en Alemania.

El mismo libro fue traducido al francés solo en 1884: Dostoïevski, Fiodor. Le crime et le châtiment. Traduit du russe par Victor Derély, Paris, E. Plon, Nourrit et Cie, 1884, 2 tomes en 2 volumes in-8, uno de pp. 334 y el otro con pp. 308.

De las últimas obras de Dostoeivski traducidas al francés, Nietzsche solo alcanzó a leer y comentar Los endemoniados, Les Possédés, vertida por Victor Derély, Paris, Librairie Plon, en 1886. Esta es una transcripción bastante cercana al texto original. Empero, nuestro pensador no llego a leer la última novela del ruso, Los hermanos Karamázov, Les Frères Karamazovtraducida por los mismos que vertieron Memorias del subsuelo, Ely Halpérire-Kaminsky y Charles Morice, editada por la misma editora, Plon, Nourrit et Cie., París, en 1888–. La edición consta de 1457 pp., empero, como la otra traducción efectuada por estos traductores, se trata de una obra abreviada, por lo tanto incompleta y adaptada según el gusto y entendimiento de los que la transcriben.

Ahora, para documentar al lector sobre los fragmentos que parecerían testimoniar un conocimiento previo de la obra del escritor ruso al reconocido por Nietzsche en su correspondencia, paso aquí debajo a citarlos. Se trata de tres textos sumamente significativos.

Portada de una edición de La gaya ciencia

El primero es el primer párrafo del prefacio del libro Aurora, publicado en 1886 mientras la obra es del 1881, ahí se expresa como su conociera Memorias del subsuelo: Este libro es obra de un hombre subterráneo, de un hombre que taladra, que socava y que roe. Quien tenga los ojos acostumbrados a estas actividades subterráneas podrá ver con qué delicada inflexibilidad va avanzando lentamente el autor, sin que parezca afectarle el inconveniente que supone estar largo tiempo privado de aire y de luz. Hasta se podría pensar que le satisface este oscuro trabajo suyo. […]. Pero ¿no será que quiere rodearse de una densa oscuridad que sea suya y nada más que suya, que trata de adueñarse de cosas incomprensibles, ocultas y enigmáticas, con la conciencia de que de ello surgirá su mañana, su propia redención, su propia aurora?

El siguiente está extraido de su libro La Gaya Ciencia, libro V, aforismo 479. La primera edición de esta obra fue publicada en 1882, mientras la segunda es de 1887, cuando agrega el prefacio, el quinto libro y las canciones del príncipeVogelfrei. La referencia al nihilismo de corte petersburgués, parece referirse a Los endemoniados y al personaje de Kirilov: Los creyentes y su necesidad de fe. Cuánta fe necesita uno para desarrollarse bien, cuánto de «firme» que no quiere sacudir, porque se sostiene sobre ello, es un criterio para medir su fuerza (o, dicho con más claridad, su debilidad). El cristianismo, me parece, lo siguen necesitando los más en la vieja Europa, todavía hoy: por eso sigue encontrando fe. Pues así es el hombre: un artículo de fe podría estar para él refutado mil veces, pero en el caso de que lo necesitase lo tendría también una vez y otra por «verdadero», según aquella famosa «de “demostración por medio de la fuerza» de que habla la Biblia. La metafísica la necesitan además algunos; pero también aquel impetuoso anhelo de certeza que hoy descargan las grandes masas en la ciencia positiva, el anhelo de querer tener algo firme (mientras que, debido al ardor de este anhelo, la fundamentación de la seguridad se toma más a la ligera y descuidadamente): también este sigue siendo un anhelo de soporte, de apoyo, y sigue siendo, en suma, aquel instinto de la debilidad que, ciertamente, no crea religiones, metafísicas, convicciones de todo tipo, pero que sí las conserva. De hecho, todos esos sistemas positivistas están rodeados por el espeso humo de un cierto oscurecimiento pesimista, por algo de cansancio, fatalismo, desengaño, miedo a nuevos desengaños, o bien solamente rabia exhibida, mal humor, anarquismo indignado y todos los demás síntomas o mascaradas de la sensación de debilidad. Incluso la energía con que nuestros más avisados contemporáneos se pierden en míseros rincones y angosturas, por ejemplo en el patrioterismo (así llamo lo que en Francia se denomina chauvinismo, y en Alemania «alemán»), o en confesiones estéticas baratas al modo del naturalisme parisino (que solo extrae y desnuda de la naturaleza la parte que produce simultáneamente repugnancia y sorpresa: hoy gusta denominar a esa parte la verité vraie), o en nihilismo de corte petersburgués (es decir, en la fe en la falta de fe, hasta el martirio por ella), muestra siempre antes que nada la necesidad de fe, de apoyo, de columna vertebral, de respaldo…

Pero aún más asombrosa parece la distracción del filósofo a la hora de leer la recensión de septiembre de 1886, sobre Más allá del bien y del mal, publicada en la revista suiza Bund,

Portada de una edición del libro Aurora


escrita por J. V. Widmann, donde la obra nietzscheana es criticada duramente por la peligrosidad de las ideas que expresa.

El crítico pone como epígrafe de su artículo el siguiente pasaje de El adolescente (Podroctok) de Dostoievski, indicando implícitamente que el cinismo de Lambert, personaje de la obra, es casi un resultado inexorable del perspectivismo del alemán: Permítanme:   he tenido como camarada a un cierto Lambert que me decía ya a los dieciséis años que, cuando fuera rico, su mayor placer consistiría en alimentar a perros con pan y carne cuando los hijos de los pobres estuvieran muriéndose de hambre y que, cuando no tuvieran con qué calentarse, él compraría todo un pedazo de bosque, lo transportaría al campo abierto y caldearía el aire, sin dar a los pobres ni una sola ramita. ¡He ahí los sentimientos que él tenía! Pues bien, díganme ustedes qué podré responder a ese canalla pura sangre si me pregunta: ¿Por qué hace falta en forma alguna ser virtuoso? [Cf. J. V. Widmann, «Nietzsches gefährliches Buch», Bund, XXXVII (16/17.09.1886). F. Dostoyevski, El adolescente, tr. M. Orta Manzano. Barcelona: Juventud, 2001, p. 64, septiembre de 1886].

Nietzsche respecto a esta dura crítica escribe a Overbeck, el 12 de octubre [Carta No. 761]: Un artículo del doctor Widmann en el Bund (del 16 y 17 de sept., ¡léelo!) me suscitó la preocupación de que los ojos de todo tipo de policía se dirigieran a mí antes de tiempo; el título del artículo era: Peligroso libro de Nietzsche, y la primera frase decía más o menos: Las provisiones de dinamita que se empleaban para la construcción del ferrocarril del Gotardo portaban una bandera negra de prevención que indicaba peligro de muerte.

Es curioso que en ese artículo el filósofo no se fijó en el epígrafe, o quizás la cita dostoievskiana no suscitó en él alguna curiosidad por desconocer su autor. Ello le impediría tener la oportunidad de descubrir el atractivo que la obra del escritor ruso estaba destinada a ejercer sobre él.

Fue su amigo Heinrich Köselitz quien, en una carta del 18 de marzo de 1887, llamó la atención del filósofo sobre el hecho de que el epígrafe del artículo de Widmann provenía de la obra dostoievskiana El adolescente.

Por estas referencias estimo se podría dudar de la exactitud de la expresión de Nietzsche de que conoce a Dostoievski solo en febrero de 1887.

Nota bibliográfica: En el artículo pasado –al final, se me pasó citar la referencia bibliográfica de la obra a la que el filósofo se refiere, y que cita la carta enviada a Frank Overbeck, del 23 de febrero de 1887 [No. 804], donde le explica el contenido de la obra que leyó como de la autoría de Dostoievski –y que según mostré resultaba ser un revoltijo de trozos copiados sin orden ni concierto–. Esa publicación la ha identificado el gran estudioso francés de Nietzsche, Charles Andler, en su libro, Dostoevskij et Nietzsche, París, 1930, ese texto contaminado que es la traducción que Nietzsche lee, se titula: L´Esprit souterrain, y fue traducido por Ely Halpérirne-Kaminsky y Charles Morice, Ed. E. Plon, Nourrit et  Cie, París, 1886.