El periodismo es un hermoso oficio, aunque haya que cargar con el estigma de ser un, hacedor de mentiras y, en ocasiones, ser héroe de la verdad, a veces descubierta hasta en las alas de una mariposa (aunque, siempre, falso propietario de la palabra libre, de la palabra pienso, de la palabra siento). Ser periodista es cargar con lo que manda el tiempo en cada jornada de noticias, en cada dicho ajeno. Ser periodista es rendir cada día un testimonio imperfecto de medianas verdades, de coartadas perfectas para que trascienda a muchos la mentira. Entonces, ser periodista no merece felicitación, pero tampoco condena.