Podrá constituir a todos los poderes de este Estado fuñido en instrumentos de  artificioso “descargo”. Podrá manipular conciencias de un pueblo estomaguista. Podrá comprar mercenarios de la palabra en los medios que quiera. Podrá comprar solidaridades en todos los ámbitos de su mercurial influencia. Podrá maldecir a quienes han puesto un gran signo de interrogación sobre su obscena riqueza. Podrá acudir inútilmente a los más caros abogados del mundo. Pero Félix Bautista jamás se librará del que juzga los hechos en una sola instancia inapelable: el Tribunal de la Historia (que hace tiempo dictó sentencia).