Tenía meses sin escribir. A veces me falta tiempo y me falla la musa. De las dos razones, la primera se resuelve con apretarle a la disciplina, pero cuando el problema es de inspiración, ya hablamos palabras mayores. 

A la disciplina uno se somete o la vida misma te obliga a ajustarte. Sin embargo, cuando falta la chispa, por más temas que me regale la vida, escribir se me complica. Quizás sea por eso que para mi,  se ha convertido en un reflejo de mi ser. 

Me han sobrado temas. No puedo negarlo. Para mi dicha, llevo dos años trabajando como productora en la Presidencia de la República y allí cada día es la promesa cumplida de una experiencia enriquecedora. He conocido gente de muchísimo valor que han logrado convertir mi trabajo en una gran pasión.

Conversar con ellos, conocerlos y sobre todo escucharlos, sin ellos mismos saber del gran valor de su testimonio, se han convertido para mi en una constante fuente de inspiración. 

Y es precisamente por eso que he vuelto a escribir. Llevo meses trabajando una serie fascinante que me ha llevado a conocer gente buena. Gente interesante, con ánimo de aportar; intrépida pero con los mismos miedos normales de todos los seres humanos. Con la intención de innovar para mejorar sus vidas y su entorno. Desprendidos en la entrega. De todas las edades, pero con una maravillosa virtud en común que los adorna y que el mundo anda pidiendo a gritos, la empatía. 

Ellos no lo saben, pero son inspiración. Y quizás eso, los hace muchísimo más nobles ante mis ojos y mi corazón. Andan regalando inspiración, en silencio, con sus actos y sin hambre de luces y reconocimiento. 

Hoy, he vuelto a escribir porque después de terminar una entrevista con uno de mis personajes, he salido renovada y llena de vida. Esta, es mi manera de dar gracias y de comprometerme conmigo misma a seguir hablando con gente bien. 

Pronto vuelvo y les cuento de este proyecto y les comparto el trabajo de todo un equipo de mis compañeros en DICOM que ha sido tremendo desafío y una gran escuela de vida. 

A mis 39 he aprendido a ver lo bueno en casi todo el mundo. Pero definitivamente hay gente como que se la pone más fácil a uno. A ellos, gracias por existir.