“La modernidad consiste en forzar a la naturaleza para que sirva obedientemente a las necesidades humanas”. (Zygmunt Bauman).

La sociedad dominicana acusa una grave crisis de confianza. Esa crisis de confianza se otea tanto en la crisis de liderazgo, como en la fuerte debilidad institucional. Hay, en cada estamento, poder, empero, no liderazgo. El liderazgo se cimenta y solidifica en la confianza, que se anida en la credibilidad y la coherencia. Confianza, credibilidad y coherencia, potencializan la predictibilidad y con ello, las reglas y los límites alrededor de cada juego de poder, produciendo así la cohesión, que es el agregado de valor, el plus, que valida el involucramiento y compromiso de todos los actores.

El juego de suma cero que es, en gran medida, la ausencia de confianza, crea espacios de incertidumbres, de desconciertos y permean las disfunciones en todo el cuerpo social, haciendo que el compasar del ritmo de la vida cotidiana y el mediano plazo se dilate. El epicentro de la confianza es un conjunto de eslabones concatenados que dibuja un todo para poder interactuar de manera efectiva con los demás, para construir proyectos, acciones y decisiones que crean el necesario alineamiento entre todos.

Es la necesidad de construir en la sociedad dominicana el Emergente Sistémico, la sinergia, para que el ancla del crecimiento sea el agente dinámico del desarrollo, pues solo el PIB, como diría Zygmunt Bauman “lo mide todo excepto lo que hace que valga la pena vivir la vida”. Diseñar el emergente sistémico, la sinergia, es apalancar a todos los actores en base a sus fortalezas, no en sus debilidades; no es en la visualización de que yo gane y los demás pierdan. Es aunar los esfuerzos del conjunto para que las metas o los objetivos societales se canalicen de manera más fluida, priorizando los recursos y creando más Capital Humano.

La Sinergia no es solo que el todo es más que la suma de las partes sino, que al mismo tiempo, ve los problemas u oportunidades con visión de futuro. El emergente sistémico opera en la necesidad de ver más allá de la coyuntura del presente y de los intereses individuales. El caso del Plan Básico de Salud para poner en ejecución el Seguro Familiar es un ejemplo paradigmático de la ceguera, de la poca visión como un todo, de los empresarios. Si miran con mentes largas se darán cuenta, como empleadores, que la puesta en escena les ayuda a ellos, puesto que los empleados tienen más acceso, más barato. En otra palabra, un Capital Humano más sano que tendría más dinero, más salario real pues no tendrían que gastar en copagos o egresos de bolsillos. Sobre todo, en una sociedad donde el 80% de los empleados formales ganan menos de RD$25,000.00.

La ausencia del emergente sistémico se pone a prueba con la Tasa de Mortalidad Materna. El Ministro de Salud acaba de decir públicamente que la cifra se encuentra en 104/100,000. El promedio de la Región es de 72/100,000. ¿Qué implicaciones tiene para la sociedad? Esas mujeres muertas estaban en edad reproductiva en la perspectiva biológica, económica y sociológica. Ellas, al mismo tiempo, dejan niños huérfanos.

Lo mismo ocurre con los embarazos en adolescentes, la no asimilación del emergente sistémico propicia el aumento potencial de la pobreza estructural y con ello, de la tendencia del incremento de la delincuencia, de la criminalidad. Cuando visualizamos los Sin-Sin y la Tasa de desempleo en los jóvenes y las mujeres (31% y 23%), nos indica el grave deterioro social en ebullición.

El emergente sistémico es aunar esfuerzos en aras de conseguir los mejores resultados para todos los involucrados, sabedores de que unos ganarán más que otros en el conjunto del stakeholders, pero siempre asumiendo lo que más le conviene a la sociedad o a la organización. Si tuviéramos una clase empresarial más comprometida con la nación, con vista 20-20, ellos propiciarían que el Poder Ejecutivo invirtiera más en salud; actualmente 1.9% del PIB, mientras que el promedio de la Región es de 4.5%. Más salud, mejor calidad, mayor eficiencia, implica más y mejor Talento Humano y en consecuencia, más productividad.

Un emergente sistémico coadyuva a disminuir las precariedades sociales que hoy nos abaten como país. Tendería a generar una escalada más significativa de modernidad social, que trae consigo de manera inexorable mayor integración social, que es la génesis para una mejor cohesión social, que ruptura, en gran medida, la desigualdad social que hoy está en estancamiento desde el 2015, 0.457 según el coeficiente de Gini.

El emergente sistémico, que es el corolario de mirar más y mejor, nos ayuda a entender e internalizar, del efecto “ascenso colectivo” de Ulric Beck. Es el horizonte cierto hacia una más adecuada y efectiva estabilidad social. En el emergente sistémico, en la construcción de sinergia, el Poder Ejecutivo como Administrador del Gobierno y Jefe del Estado, ha de llevar en los territorios públicos, como dinámica de desarrollo, la igualdad formal más allá de las ventajas culturales y económicas que tienen en sí los que están en la cima de la pirámide de la jerarquía social. Es un impulsador del bienestar, un neutralizador del crecimiento de la desigualdad, de la enorme asimetría social, en que hoy nos encontramos.

Es lo que pasa con el Código Laboral; ante un proceso de cambio del mismo, el Poder Ejecutivo tiene que jugar su rol como parte del triángulo de actores. Pensar en lo que más le conviene a la sociedad, no en el cálculo frío de los intereses coyunturales político. Es la labor de un Estadista, de un Presidente, de tomar decisiones que se recreen en el tiempo, como campo de transformación con el presente.