Tras haber dicho, en medio de la denuncia del monstruoso fraude electoral de 1994, que Joaquín Balaguer era lo más perverso que había parido América, hace 24 años un ser sensible y apasionado luchador por un mejor futuro para su pueblo (un revolucionario, pues) fue secuestrado a la salida de un cine por agentes de la represión que durante horas lo llevaron de cuartel en cuartel, a la espera de una orden superior que al cabo bajó, precisa e implacable: “Desaparézcanlo”. Y, aunque nunca hemos sabido el destino de los restos de Narciso González, sí sabemos el de sus asesinos: hoy son generales… (Sí: ¡Hoy!).