Si mañana mismo los líderes emergentes comprendieran claramente que hay mucho futuro por delante, y que para definir un nuevo proyecto de nación, profundo y perdurable, y abolir las lacras y desviaciones del sistema, es necesario sacrificar egos hipertrofiados, infantiles celos de liderazgo, negación del talento ajeno y falta de generosidad con el otro; si mañana Luis, Max, Guillermo y Eduardo (los cuatro unidos) comprendieran que alguien debe ir primero y otros después, sería posible lo que es impostergable: una Convergencia con verdadera vocación de poder y permanencia. Solo así.