Buena idea, convertir el Museo Nacional de Historia en lo que siempre debió ser: Museo del Horror (fiel a casi todo nuestro pasado). Pero sugiero que, además de objetos personales de Trujillo, exhiba todos los instrumentos de tortura y muerte de su régimen; fotos de todos sus sicarios y apologistas (que no falten Balaguer, Vincho y Euclides); su herencia ideológica, todavía viva en nuestros gobernantes…Ah, y que escriban en todas las paredes del museo (ojalá que alcancen) los nombres de las más de 50 mil víctimas, mal contadas, de su Era (talvez figure algún pariente de Miguel Decamps, autor de tan genial idea museográfica).