Acabo de despejar el lado oscuro de esa luna que fue Leonor Feltz: su historia paterna. ¡Cómo lo logré? Armado del dato de la nota luctuosa que de su deceso publicó el periódico La Nación el 18 de marzo de 1948. P. 6 (murió el día anterior), me resultó curioso y muy llamativo que el vespertino extendiera sus condolencias a sus sobrinos Nanita: Abelardo, Manuel Emilio, María Teresa, María Consuelo, María Caridad, María Luisa (…) y a sus sobrinos políticos Ramón Antonio Espaillat y Manuel María Echenique”.
Pero más excitante me resultó la frase que Mercedes García Siragusa escribeen el documento que me remitió, relativa a Leonor Feltz, después de citar la lista de sobrinos y sobrinos políticos a los que el periódico extiende sus condolencias:«Es difícil vislumbrar el vínculo de parentesco [con los Nanita, DC], pues las hermanas Feltz no se casaron y no hay apellidos comunes entre ellas y estos hermanos Nanita, de segundo apellido de León.»
Pues sí, debe haberlo, me dije y voy a comunicarme con el único Nanita con quien tengo relación de amistad intelectual: el arquitecto Leopoldo Espaillat Nanita, a quien todos llamamos cariñosamente Polín, igual que a su abuelo. Relación que viene desde la Universidad estatal, donde él desempeñó importantes cargos académicos (vicedecano de la Facultad de Ingeniería y Arquitectura e impulsor del Movimiento Renovador) y fue uno de los fundadores y presidente del Colegio Dominicano de Ingenieros, Arquitectos y Agrimensores (del cual redactó los Estatutos y el Reglamento) y muy conocido en las luchas políticas durante la revolución de abril de 1965.
Cuando levantó el teléfono lo primero que me dijo fue “qué coincidencia”, ahora mismo te iba a llamar, pues al leer tu trabajo sobre Leonor Feltz vi que te formulabas una serie de preguntas sobre sus padres. Telepatía, le contesté, y pensé en la sicogenealogía: los muertos nos llaman cuando el fantasma nos ronda y exige que se repare algo que faltó para que, no el muerto, sino los vivos, estemos en paz.
¿Qué vínculo familiar tenía Leonor Feltz con los Nanita?, fue la primera pregunta que le hice a don Polín. –Oh, tía Nonó fue hija de un Nanita llamado Dámaso, de Puerto Plata, me respondió, pero no pudo precisarme más. Y luego que confrontamos una enorme cantidad de información, me remitió al Diccionario histórico-biográficodominicano de Rufino Martínez, a quien yo llamo el Tucídides dominicano, obra en la que figuraban los troncos familiares evocados por la nota luctuosa de La Nación: los Nanita, los Espaillat y los Echenique. Por eso la nota luctuosa, como dice la profesora García Siragusa, “no repara en elogios a la educadora a quien sitúa como” «miembro de honorables familias de nuestra alta sociedad, uno de nuestros valores femeninos más destacados, quien gozaba de estimación y afecto unánimes, por sus virtudes singulares y sus merecimientos extraordinarios.» Y no era para menos, pues la nota debió ser escrita por el poeta Juan Bautista Lamarche, a la sazón director del periódico La Nación y, por su apellido, vinculado a los Henríquez, pues Flérida García era Lamarche, y no se sabe todavía si el García va de segundo apellido y el Lamarche de primero.
Entonces le referí a don Polín las tres notas que sobre Leonor Feltz escribieron William Read (blog http://galileosrl.blogspot.com/2010/08, Eduardo Matos Díaz en Santo Domingo de ayer y de hoy (SD: Taller,1984, pp-84-85) y Ramón A. Font Bernard en su artículo “Convocatoria para la nostalgia” (periódico Hoy, 4 de marzo de 2005), según datos que consigna la profesora García Siragusa.
Dato importante antes de ir al librero y buscar la obra de Carlos Larrazábal Blanco, primero; y, luego la de Rufino Martínez: establecido el parentesco de Polín como sobrino-nieto de Leonor Feltz, le pregunté si era holandés el apellido Feltz y me confirmó la información, pero no supo responder a la pregunta: ¿Cómo y a qué vino Margarita Feltz de Curazao a Santo Domingo?
Y la segunda pregunta que le formulé a don Polín, fue ¿por qué las crónicas citadas arriba dan el color negro o mulato a las hermanas Feltz si su madre era blanca?Y con la franqueza que le caracteriza, me respondió don Polín: –Ah, es aquí donde intervine la historia de los Espaillat blancos y los Espaillat prietos. Pero yo le respondo que los Espaillat vinieron al país en el siglo XVIII, se establecieron en Santiago y jamás se mezclaron con negros, tal como se ve en la genealogía. –Sí, pero los Espaillat blancos tenían esclavas negras y de ahí vino el cruce y la división entre Espaillat ricos y Espaillat pobres. Un Espaillat pobre (Ramón Emilio) se casó con una Nanita. –Lo mismo que sucedió con Pablo Altagracia Báez y la esclava Teresa Méndez (la Camateta), progenitores del mulato Buenaventura Báez, le observo. La misma historia, me comenta don Polín.
Y vine a mis libros Familias dominicanas, de Larrazábal Blanco, letra N (SD: Academia Dominicana de la Historia, 1978, t. V, p. 324) y encontré lo siguiente sobre los Nanita,siglo XIX: 1. Dámaso Nanita, coronel de las Reservas provinciales hacia 1863, nat[ural]. de Puerto Plata, h[ijo] de Martín Nanita y Martina Lucenda [¿o Lucinda?, DC], casado con María Petronila de la Rosa, natural de Puerto Plata, hija de Félix de la Rosa y Juana Martínez, difts= [difuntos]. Hijos: H1 Dámaso, vivía en 1864, 15 años – H2. ABELARDO.– Petronila de la Rosa, viuda, m.[uerta en] 1902, 69 años.
Y a renglón seguido, el H2, que es ABELARDO, contiene los datos siguientes: Abelardo Nanita y Aurelia (Camelia) de León (nat.[ural] de San Cristóbal. Hijos: N1 Abelardo, n.[acido] el 13 de diciembre de 1884 (SB) – N2 María Consuelo, n.[acida] el 15 de enero de 1886 – N3 María Caridad, n.[acida] el 4 de abril de 1887 – N4 María Teresa, n.[acida] el 22 de junio de 1888, c.[asada c.on] Ramón Antonio Espaillat Genao, suc.[esores], m.[uerto] el 11 de junio de 1963 – N5 Manuel Emilio, n.[acido] el 22 de diciembre de 1890 – N6 Alejandro Aurelio, n.[acido] el 9 de diciembre de 1889, m.[uerto en] 1938 – N7 Arturo Enrique, n.[acido] el 6 de enero de 1892. – El general Abelardo Nanita, 34 años, Ministro de Guerra, m.[uerto] el 11 de febrero de 1892. Aurelia de León, m. [uerta en] 1897, 30 años.
He aquí aclarado el vínculo de parentesco de María Clementina y Dámasa María Leonor Feltz Nanita, pero permanece como incógnita que hay que despejar, los apelativos Leonor y Clementina (tía Titina, para don Polín). Dámasa, en honor de su padre Dámaso. Y el nombre María, común a todas las hijas del matrimonio Nanita-De León, por lo tanto, sobrinas de las Feltz. Y se ve entonces la conexión del apellido Nanita (de origen haitiano) con los De León, de San Cristóbal, y los Espaillat, de Santiago, vínculo este último semi aclarado aquí, pero que será ampliado cuando busque la entrada Espaillat en Rufino Martínez.
Y con estos antecedentes familiares, se explica el sentido de la nota luctuosa, tanto por el prestigio del general Nanita, Ministro de Guerra y Marina de Ulises Heureaux, enviado a Islas Vírgenes a estudiar, de donde regresó como perito mercantil (hay que suponer que hablaba inglés como segundo idioma y quizá francés como tercer idioma. Candidato con personalidad propia a la presidencia en 1892, distinto a Wenceslao Figuereo o Tomás Demetrio Morales, quienes fueron candidatos de mentira para dar paso a Lilís. Y hay que recordar que la nota luctuosa no podía ser redactada de otra manera, porque los Nanita pasaron del lilisismo al velazquismo y de este al trujillimo, y don Abelardo René Nanita fue director del periódico La Nación y compilador de los tomos 7 y 8 de La Era de Trujillo (Cd. Trujillo: Colec. La Era de Trujillo. 25 años de historia dominicana, Impresora Dominicana, 1955).
Y por el tronco Espaillat-Nanita, Ramón Antonio, funcionario y general del Cuerpo Médico y Sanidad Militar, casado con María Teresa, compiladora de un Registro de Leyes que sirvió de base a la organización del Archivo del Palacio Nacional y a la Procuraduría General de la República, además de haber sido diputada al Congreso, según me afirmó don Polín Espaillat, hijo de ambos, en nuestra conversación telefónica.
Y lo más lejos que tiene don Polín Espaillat es que al referirme la historia de tres familiares suyos, Pedro Ignacio Espaillat (mártir de la guerra de la restauración), Leopoldo –Polín– Espaillat y Emilio Espaillat, él ignora que este último personaje fue para mí la inspiración de un cuento que figura con el título de “Epalyá” (pronunciado a la cibaeña) en mi libro La sangre ajena, (SD: Santuario, 2011 [1996]) y cuyas fechorías, acompañadas de una valentía y temeridad inconcebibles, están documentadas y narradas por Rufino Martínez en su libro ya citado Diccionario histórico-biográfico dominicano. (Continuará).
(*) Publicado en el suplemento Areíto, del periódico Hoy, el 15 de octubre de 2016 y reproducido con permiso del autor en Acento.com.do de la misma fecha.