Los movimientos sociales se han multiplicado en la historia de la humanidad. Muchos han marcado un antes y un después, como es el caso del movimiento estudiantil francés de 1968, que no solo impactó las estructuras educativas de las instituciones de Educación Superior, sino que generó cambios significativos en los modos de pensar, de gobernar y de situarse ante los ciudadanos. En la República Dominicana, el movimiento social por el 4 % para la educación, iniciado en el año 2010, ha generado transformaciones en la conciencia de las personas y de la sociedad respecto del valor de la educación y de los derechos ciudadanos. La fuerza y creatividad de este movimiento social posibilitó la adopción del 4 % como política de Estado en el año 2013. En esta dirección, le corresponde al ámbito educativo la asignación del 4% del Producto Interno Bruto (PIB); con esta política se le da cumplimiento a las directrices de la Ley General de Educación 66-97; que en el Título X, Capítulo I, Art. 197 consigna que el gasto público anual en educación debe alcanzar en un período de dos años, a partir de la promulgación de esta ley, un mínimo de un dieciséis por ciento (16 %) del gasto público total o un cuatro por ciento (4 %) del producto bruto interno (PBI)… Es importante recordar que el 4 % a la educación no es un regalo, es un derecho de los ciudadanos y un compromiso del Estado.

Toda la sociedad dominicana se entusiasmó con la aprobación y aplicación del 4 %. Los actores del sector educativo pensaron que, con su puesta en ejecución, problemas como la carencia de baños en centros educativos, la falta de apoyo a la investigación sistemática en la educación preuniversitaria y los reclamos por deudas, iban a desaparecer. Pero, qué decepción más fuerte, al observar que estos problemas continúan afectando la vida y los procesos de los centros educativos, el fortalecimiento de la calidad de la educación y las relaciones del Ministerio de Educación con los suplidores del Desayuno Escolar. Estos hechos y otros de la misma naturaleza nos hacen pensar que es necesario un movimiento 4 % parte dos. Sí, la sociedad no puede quedarse inerte ante las inconsistencias que se observan en el Ministerio de Educación en la gestión del 4 % asignado a la educación. No hay razones para que los estudiantes paguen consecuencias por deudas de una institución que tiene dinero para pagar, según lo que indica el 4 %. Nos afloran varios interrogantes: ¿Dónde está el 4 %? ¿En qué lo invierten? ¿A qué responde la falta de contratación de talleristas en La Jornada Escolar Extendida? ¿Por qué contamos, todavía, con comunidades que solicitan reparaciones de centros educativos y las respuestas oscilan entre el silencio y promesas recicladas? Un movimiento 4 % parte dos ha de asumir una función de veeduría especializada y un accionar que comprometa de nuevo a la sociedad con la defensa de una gestión del 4 % con más efectividad y con   la rendición de cuentas. Con esta asignación y un país colocado en la cima del crecimiento económico en el continente, no debería exhibirse tanta precariedad en los escenarios educativos.

Es necesario organizar un movimiento 4 % para que las familias, y la sociedad en general, mantengan una postura proactiva y crítica ante cualquier situación que altere los procesos educativos que esperan un desarrollo adecuado con el respaldo del 4 %. Estamos ante escenarios complejos que requieren atención, para que se respeten los dictados de las leyes y para que los acuerdos sociales y políticos que se asumen para el bien de la sociedad no se dispersen en acciones que redundan en beneficios particulares. El movimiento 4 % parte dos ha de demandar ejecución coherente del 4 %, transparencia en la gestión del 4 % y atención a las prioridades educativas por encima de las prioridades políticas.