“Darle razón a la esperanza. Crear confianza en la iglesia, luchar por un mejor país e involucrar a todos los sectores de su pueblo impactado por la pandemia, pero históricamente marcado por los conflictos sociales”. (Ramón de la Cruz Baldera: Obispo).

Un modelo económico es una construcción y, por tanto, en sí mismo conlleva un conjunto de procesos. Es un diseño que, en el marco de la abstracción, permite modelar y transformar una realidad determinada. En tanto modelo es un instrumento conceptual que trata en su representación simplificada de elaborar las principales variables con que queremos abordar y hacerle frente a una realidad.

Un modelo económico es, por así decirlo, una representación en relación con los fenómenos económicos. Es como funcionarán las cosas desde el ángulo económico. Es un modelo económico lo que Stephen Covey decía: “Todo se crea dos veces, a la creación física, precede la creación mental”. El modelo es la creación mental que postulan los hacedores de políticas públicas, en este caso en el plano económico, empero, no es la realidad y esa realidad no es pétrea y tiene que ver con el ser humano y sus necesidades.

En un modelo económico intervienen múltiples variables, todos los intereses envueltos en una sociedad y al mismo tiempo, las capacidades de los actores estratégicos de una formación social determinada y el grado de consciencia de los mismos, en función de los objetivos comunes. Un modelo económico per se debería conducir a una mirada ampliada que bosqueje los planos con todas sus prioridades. El modelo económico coadyuva de manera anticipada a coordinar las proposiciones empíricas e hipotéticas que engloba el sistema económico. Al hacerlo más predecible conforma pues, un marco más estructural, no obstante, vuela en constante zigzagueo, a tono con los factores endógenos y exógenos.

No hay elaboración humana como un modelo económico donde más actores se vean involucrados y más repercusión origine en el plano de la vida cotidiana y vital de los habitantes de un país. ¡El modelo económico lo toca todo, para bien o para mal! En el descansa la vida humana, en su bienestar, nivel de vida, calidad de vida y precariedades, pobreza, exclusión y desigualdad. Los modelos económicos han de cambiar a tono con el grado de desarrollo de las fuerzas productivas, con las relaciones de producción, con los avances y evolución de la ciencia, la tecnología y con el grado de compromiso cierto que las élites (económicas, académicas, intelectuales, ideológicas) tengan con su nación.

Desde 1844 la evolución de nuestra economía era de un modo de producción mercantil simple donde la madera, el tabaco y la ganadería constituían el soporte medular de la economía. A pesar de que desde el 1800 el capitalismo entró en la fase de producción industrial masiva, en nuestro país en todo ese interregno del Siglo XIX teníamos una pequeña burguesía comercial, donde lo que exportábamos era madera y tabaco. Todo el Siglo XIX fuimos meramente una economía agroexportadora, sumamente primaria, sin agregado de valor, donde el 86% de la población era rural. A partir del Siglo XX, para ubicarnos en el tiempo y visualizar el contexto, la economía dominicana introdujo con un peso significativo la industria del azúcar. Seguíamos siendo un país agroexportador, pero esta vez azúcar, cacao, tabaco y café.

El Capitalismo con sus instituciones económicas e institucionales (Banco Central, Banco de Reservas, Banco Agrícola) se bosquejan de manera tardía, como diría Bosch, en los años 36 del siglo pasado. La Segunda Guerra Mundial favoreció la economía y con ello, nuevos niveles de desarrollo y crecimiento económico. Entre 1946 y 1957 la economía dominicana creció a una tasa de 7% anual. De 1958 a 1961, con la desaparición de Trujillo, en ese interregno la economía se ralentizó por factores políticos, tanto internos como externos.

La llegada de Balaguer implicó ajustes y la instalación de un nuevo modelo económico. Con la Ley de Incentivo Industrial (299) se crearía la plataforma del proceso industrial, manufacturero a partir de 1969, lo que en otros países se llevó a cabo en la década del 50. El azúcar seguía siendo nuestro principal rubro exportador, empero, un nuevo embrión palpitaba en el cuerpo social dominicano y con ello, el comienzo del florecimiento de la clase media. La agricultura y el sector industrial representaban el 70% del peso del PIB en la economía dominicana. Turismo y Zonas Francas en los años 70: 0.08 y 0.23. A partir de los años 80 se van produciendo cambios que destacan el rol de las Zonas Francas; sobre todo textilera (maquila le llamaban). Hoy se están verificando mutaciones en su tecnología, generando más empleabilidad en el capital intensivo y un capital humano con más agregado de valor.

El modelo económico de los años 80 del siglo pasado es el que tenemos hoy, 40 años después. ¡Claro, con más crecimiento, más modernos! Sin embargo, la base medular de crecimiento y estabilidad ha sido la campana triunfal. Por eso, el crecimiento en este modelo ha sido visto solo desde la Macroeconomía: crecimiento, inflación, precio, tasa cambiaria, oferta y demanda. Un modelo económico que crece, empero, el empleo no crece al mismo ritmo y la demanda no es cualificada. Al día de hoy 1,840,000 ocupados solamente hizo el nivel de Primaria o ninguno, lo que constituye un 41.6%.

Estamos en presencia de un modelo económico agotado, un agotamiento prolongado, pues no empuja hacia una innovación caracterizada por la Era Digital, que comporta conectividad, computación, inteligencia artificial, redes digitales, espacio virtual como nos dice Jeffrey Sachs en su libro Las edades de la Globalización. El nuevo modelo económico ha de imbricar a las personas como centro medular de toda economía política, ha de tener como variables principales el empleo, los salarios, la creación de riquezas y la redistribución, el horizonte de la inclusión y el peldaño de derrotar la abominable desigualdad que nos acogota como país.

No es posible seguir con un modelo económico donde:

  • 46% de los que trabajan en la Administración Pública gana menos de RD$30,000.00
  • De los 4,413,383 ocupados, 52% gana ahora menos de RD$21,000.00
  • De 4,413,383 ocupados, solo 2,036,000 están en la Tesorería de la Seguridad Social, para tan solo 46%
  • Población fuera de edad de trabajar: 26%.
  • Población en edad de trabajar: 74%.
  • Fuerza de trabajo potencial: 14.5%.
  • Población económicamente activa: 61.7%.
  • Desempleo ampliado estructural, a lo largo de los últimos 30 años: 12 a 19%.
  • Actualmente, el salario mínimo mayor en Turismo es de RD$11,598.00. En Empresa media de Turismo: RD$8,335.50 y Pequeña empresa del área: RD$7,449.80
  • Desde hace un tiempo hay un éxodo de capital humano calificado. Mientras los años 60,70, 80 y hasta los 90, la migración nuestra era de gente no cualificada que se iba a trabajar en bodegas, hoy son jóvenes universitarios con maestrías. Hay una encuesta donde el 65% de los jóvenes quería emigrar en los próximos 3 años. Se hizo en el 2019.
  • El salario tiene un componente económico, sociológico, emocional y expresa el grado de poder y de status de una persona. En República Dominicana los ingresos laborales constituyen el grueso de los ingresos de la población dominicana. Ello nos dice entonces, que la pobreza, la desigualdad, las relaciones sociales, contienen y expresan la dinámica laboral y por consiguiente el mercado laboral y el mercado de recursos humanos. El trabajo es un fenómeno social y su valoración abarca todas las dimensiones humanas.
  • En los años 70-75 hubo un florecimiento expansivo de la movilidad social vertical. Igualmente, en 92-2000. De 1960 a 2011 el crecimiento de la economía fue de 5.2%. De 2011 a 2019 de 6%. Contrario a ese crecimiento, la movilidad social ha sido muy exigua: 2.6% según el BID, no así en otros países de la Región que fue más alta. Cuasi la desigualdad de hoy es equivalente a los años 70. En los 70 era de 0.47, hoy 0.42 según el coeficiente de Gini. Mientras más se acerca a 1, más grande es la desigualdad.
  • En ese nuevo modelo económico hay que tener una mirada seria para no dejar que lo coyuntural se transforme en estructural y nos drene como país. Es el caso del déficit cuasi fiscal del Banco Central. En 2004 el stop de certificados fue de RD$107,770.9. Al mes de abril fue de RD$786,381.12, igual a US$14,086.0, igual a 17.2% del PIB. Hemos pagado como país alrededor de $700,00 millones de pesos solo en INTERESES.
  • La responsabilidad de la deuda: US$47,446.3 millones de dólares equivalentes a 56.8% del PIB. Si agregamos el déficit cuasi fiscal sería una deuda del Sector público consolidado de 61,553 millones de dólares, que representan el 73.7% del PIB. Todo esto viola los artículos 217, 218 y 233 de la Constitución.

En este modelo económico agotado hay que vislumbrar la perspectiva de Jeffrey Sachs en su libro La Era del Desarrollo Sostenible cuando sostiene “El desarrollo sostenible es una forma de entender el mundo como interacción compleja entre sistemas económicos, sociales, ambientales y políticos. Pero también es una visión normativa o ética del mundo, una forma de definir los objetivos de una sociedad bien ordenada, una sociedad que se preocupa tanto por el bienestar de sus ciudadanos actuales como por el de las generaciones futuras”.