La pandemia de la COVID ha impactado la salud y la economía en partes iguales y ha obligado a los gobiernos del planeta a convertirse en equilibristas. En la República Dominicana, para superar lo primero, el gobierno ha puesto todos sus esfuerzos en vacunas, mascarillas y toque de queda; para lo segundo, se trabaja en iniciativas dirigidas a dinamizar la actividad económica y avanzar hacia el desarrollo social. Aquí algunos ejemplos:

  1. La expansión de la actividad minera a través de la ampliación de contratos preexistentes y de nuevos permisos de explotación. La disyuntiva entre sostenibilidad ambiental y economía debe apuntar hacia un equilibrio complicado, pero posible.
  2. Los mecanismos que gobierno y empresarios han establecido para dinamizar el turismo pos-COVID, a través de alianzas internacionales, con el objetivo de atraer a más personas del mundo a visitarnos.
  3. La promoción y fortalecimiento de la industria del cine.
  4. El nuevo plan nacional de industrialización para las exportaciones y el nuevo plan de desarrollo fronterizo.

Todas estas iniciativas tienen en común dos elementos: incorporan desde su concepción el capital humano como el componente necesario para mejorar la calidad de vida de los dominicanos a la par del desarrollo económico; y reconocen que, para responder a las necesidades propias de las actividades y ocupaciones, las personas deben poseer los conocimientos, destrezas y comportamientos capaces de respaldar la demanda actual de cada uno de los sectores que quieren ser impulsados.

Si miramos un poco más allá, a la vuelta de la esquina ya se divisan las demandas de nuevas capacidades que traerán consigo la transformación tecnológica (la llamada Industria 4.0) y otros factores igualmente retadores.

Dicho de otro modo, si algo nos tiene que traer esta coyuntura tan compleja es precisamente la visión de que no hay momento más propicio que este para innovar. Si queremos pasar de los deseos a la realidad, es hora de diseñar nuevas propuestas capaces de responder a las necesidades de capital humano que ponen en evidencia los diversos sectores cuyo desarrollo se ha decidido priorizar.

Energizados con esta visión, desde diciembre 2020, un equipo de personas ha estado trabajando en la propuesta de un “Modelo Dominicano de Educación Técnico Superior Dual”. Esta iniciativa se desarrolla con el liderazgo del Ministerio de Educación Superior Ciencia y Tecnología (MESCyT), el apoyo de la Unión Europea y la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), bajo la coordinación de la Iniciativa empresarial para la Educación Técnica (IETT) y en alianza diversas instituciones estatales, ONGs e instituciones educativas.

Podría contarles detalles técnicos, pero pienso que lo más relevante es decir que un modelo dominicano Dual de Educación Técnico Superior es una respuesta a la necesidad de acompañar los planes de desarrollo económico con soluciones de desarrollo de capital humano.

Lo que se está diseñando no es un invento de la nada, y tampoco es una copia de otros modelos. El equipo que da forma a esta iniciativa empezó por entender el modelo alemán de educación dual, identificar los componentes de las adaptaciones exitosas en otros territorios, conocer los avances que como país hemos tenido en la implementación del modelo para la formación que ofrece el INFOTEP e identificar los componentes que podrían acompañar la puesta en marcha de un modelo que funcione para la educación en el nivel técnico superior de nuestro país.

La propuesta de modelo se someterá a validación con diversos actores clave en el mes de septiembre. Las mejoras que surjan de ese proceso se incorporarán a la propuesta y el plan es que esta aborde los aspectos críticos que permitirán a las instituciones de educación superior y a las empresas, asumir juntos el reto de habilitar perfiles profesionales de nivel técnico superior orientados a hacer nuestra economía más productiva y competitiva, propiciando la inclusión equitativa de los ciudadanos.

La incorporación de un modelo Dual es un paso enorme en la educación de nuestro país, pero necesita la cohesión de todos los involucrados, especialmente las instituciones de educación superior y el sector empleador.

Abracemos la iniciativa como un camino que nos conviene a todos: estudiantes, familias, empresas, sistema educativo, país.