Las imágenes de Monte la Jagua que permanecen en mi memoria son las de una caminata al caer la tarde a lo largo de unos pocos  kilómetros desde Moca, con rumbo noroeste, atravesando el paisaje levemente ondulado. Las pequeñas parcelas a ambos  lados del  camino vecinal de caliche todas cultivadas y nítidamente separadas por cercas de maya. Los ranchos de tabaco, la tierra negra, las casas de madera pintadas de cal  y techo de cana, limpiecitas. Llegar a la casa de Maye, los saludos, sentarnos mi amigo Cándido Antonio Cisneros Caba y yo en las sillas de guano. El café cuyo aroma se esparcía por el ambiente, las conversaciones.

Comienzos de la década de 1970. Mi amigo y yo éramos compañeros de estudio y él era de Moca, donde visitábamos con frecuencia, especialmente Monte la Jagua, para entonces una pequeña comunidad campesina a tres o cuatro kilómetros de la histórica Ciudad del Viaducto.

Moca era una ciudad taciturna a comienzos de los 70. A diferencia de Villa Altagracia, Bonao y La Vega, no era atravesada por la carretera que conduce a Santiago. Por tanto, su tráfico era reducido y las noches silenciosas; las diversiones limitadas al entornofamiliar, ir al cine, pasear en el parque.

Iglesia del Sagrado Corazon de Jesús

No he regresado a Monte la Jagua desde 1974 o comienzos de 1975.Sé que aquel campo ya no existe, hoy debe ser un suburbio de Moca,  atrapado en el torbellino de la urbanización como lo está todo su entorno. A finales de diciembre ocupó la portada de las noticias. Tras una sentencia inapelable pronunciada por el jefe de la Policía, dos muchachos nativos del lugar fueron cercados y abatidos por una tropa infinitamente superior. A raíz de esto han llovido los comentarios sobre la sociedad que crió a esos jóvenes de 22 y 21 años de edad. Monte la Jagua: ¿culpable o inocente?  “Pertenecían a una familia muy distinguida de Moca” titulaba Listín Diario la nota de su corresponsal en Moca Dulce Jiménez, que decía “Cecilia Méndez, una orientadora escolar, madre de los hermanos López, se enteró la mañana de ayer del acontecimiento en el que sus dos hijos cayeron abatidos por la Policía.Fueron los gritos de algunos parientes cercanos quienes llamaron su atención.A través de las redes sociales, vía celular, los familiares le mostraron las fotografías de lo ocurrido y pudo reconocer de inmediato los cuerpos de sus hijos ya tendidos en el suelo, acribillados por varios impactos de balas.Desde hacía varios meses había perdido el contacto con sus hijos. No llamaban a la casa ni habían gestionado ningún mecanismo para comunicarse con ella, ni le enviaban ningún mensaje.Solo sabía que estaban vivos porque no habían dado la noticia de su muerte.

María Cecilia Méndez, trabajadora social de profesión, y maestra, se ha desempeñado durante mucho tiempo como docente: primero en la escuela de San Víctor, en Moca, y actualmente labora en la escuela Granada, de Monte de la Jagua, Moca. En sus momentos de tribulaciones siempre dijo no saber dónde falló la educación.A ella siempre se le vio en el colegio de los Padres de Moca, donde estudiaban Omar y Alex. Tras las reiteradas quejas por su comportamiento, no pudo lograr los cambios y de allí fueron expulsados.Su abuelo paterno, Óscar López, era diácono y presidente de asamblea en una iglesia católica salesiana de esta ciudad, conocido como una persona muy honesta”.

Por mi parte, no he olvidado la Moca de aquella época. La calle Sánchez cerca del tanque de agua, donde vivía mi amiga Amarilis Veras Minaya. Alipio Confesor Mena Almánzar,  Ana Sánchez; Isidro Silva Cabreja, hermano de Amelio Silva, este último quien cayó asesinado en Salcedo durante  la persecución de Balaguer. Niña, la tía de mi amigo, su esposo y su hijo adolescente; Carmen, Chepín Salcedo Cisneros; las tortas de maíz calientes a las 5:00 de la tarde, los niños envueltos. Refrescos Imperio, Mocashoe, el teatro Maritza. El recorrido de las playas del Norte en bola llegando a la costa por Sabaneta de Yásica desde Jamao, y el regreso a la Capital en los camiones cargados de plátanos que partían el  lunes por la madrugada después de Semana Santa.

Mi amigo Antonio Cisneros falleció en un accidente a mediados de los 80. Supe que Niña y Carmen murieron. Maye, de estar viva tendría como 120 años. Amarilis es hoy una prestigiosa doctora especializada en dermatología. Pero, ¿existirán todavía el tanque de agua cerca del mercado, los niños envueltos y  las tortas de maíz calientes a las 5:00 de la tarde?  Mejor no averiguo, sería demasiado nostálgico.