Como lo demuestra la historia, los pueblos generalmente solo reaccionan cuando sienten que los problemas los afectan directamente en su bolsillo, eso explica porqué malas administraciones pueden prolongarse por décadas y las tardías reacciones ante crisis que eran predecibles.
La República Dominicana es un claro ejemplo de esto pues cuando se analiza objetivamente el rumbo de nuestra economía y de nuestra deficiente democracia, la reacción obligada es de preocupación y de requerir necesarios y urgentes cambios, sin embargo esto contrasta radicalmente con las encuestas de opinión que miden la satisfacción con las autoridades de turno.
Existen múltiples factores para explicarlo, las que pueden resumirse en el hecho de que al ancestral populismo que caracterizaba nuestros gobiernos, se ha unido una poderosa maquinaria de comunicaciones que ha sido muy efectiva en conseguir que la mayoría de la población solo vea lo que estos quieren que vea, manteniéndola en la oscuridad con relación a lo demás.
Temas como el aumento astronómico de la deuda, que tan solo en los 3 años que lleva este gobierno según algunos expertos ha crecido un 32.5%, el uso que se está haciendo de la misma, destinada en gran medida a financiar el presupuesto, y su composición, que hoy día se dice está en más de un 55% en bonos, parecerían solo ocupar a algunos expertos y opinadores que alertan sobre las negativas consecuencias que se derivarían de continuar este ritmo.
Penosamente esa parte de la población dominicana prefiere cerrar los ojos a las advertencias de que estamos yendo por el camino equivocado y que debemos variar el rumbo, pues prefiere seguir disfrutando de la fiesta mientras no se acabe la música
Y es que la mayoría de la población no conoce los datos ni está en medida de entender como estos impactan en su futuro y el del país. Probablemente si se les explicara que de cada RD$100.00 que ingresan al Estado más de RD$90.00 se van en remuneraciones, transferencias y pago de intereses de la deuda, comprenderían mejor.
Aunque el presupuesto general de la Nación se ha cuadruplicado en los últimos 10 años, el déficit ha aumentado astronómicamente, lo que quiere decir que a pesar del alto financiamiento a través de emisiones de bonos que se están realizando cada año para financiar el presupuesto, seguimos con altos niveles de déficits presupuestarios.
Ese déficit que alcanzó la escandalosa cifra oficial de más de ciento veinticinco mil millones de pesos en el año 2012 y que se mantiene en alrededor de la mitad, ha sido provocado básicamente por una política clientelar que ha asegurado una sólida base de sustentación al partido oficial para controlar todo el aparato estatal y que ha generado nuevos millonarios políticos.
Por eso al examinar las cifras de confianza de la población dominicana en su Presidente y de evaluación positiva de más de un 70%, hay que cotejarlas con las que nos colocan como líderes del clientelismo en América Latina, ya que según la recién publicada encuesta del Barómetro de las Américas un 37.1% de los entrevistados indicó haber recibido una oferta clientelar en campaña, o conocer a alguien que recibió tal oferta, siendo el porcentaje más alto entre los países encuestados y, se sabe, que otra buena parte de la población está empleada en el Estado o hace negocios con el mismo.
Penosamente esa parte de la población dominicana prefiere cerrar los ojos a las advertencias de que estamos yendo por el camino equivocado y que debemos variar el rumbo, pues prefiere seguir disfrutando de la fiesta mientras no se acabe la música. Y es que algunos solo están mirando a través de sus bolsillos, sin darse cuenta de que están dejando vacios los de la Nación.