No hay quien lo haya conocido que no testimonie lo que digo de él: para empezar, era un hombre leal (leal al deber, leal a la amistad, leal a su país, leal a sus ideas y leal a sus compromisos). Y agreguemos lo demás: el amor por el gran patrimonio espiritual de su familia toda; la bonhomía, siempre bienhumorada y liberal, con la que ejercía su estirpe empresarial; su solidaridad con las mejores causas sociales y su irrenunciable pasión por todas las cosas de su pueblo, San Pedro de Macorís, donde merecidamente descansa desde ayer eternamente en paz Miguel Feris Iglesias.