Las relaciones entre la poesía y las artes plásticas han sido íntimas y constantes. La poesía parece discurrir sobre las artes plásticas: sobre el poder de la imaginación y el espacio. La poesía va asumiendo una forma visual y se disuelve en el texto. ¿Pierde la poesía su poder primordial? ¿Absorbe el espacio plástico la imaginación de la poesía?

En el libro “El espacio vacío”, publicado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México en el año 2008, del poeta y crítico de artes Miguel Ángel Muñoz (Cuernavaca, México, 1969), estas disquisiciones adquieren una dimensión especulativa. Se trata de un libro crítico que no celebra la realidad, sino que la integra, utilizando recursos analógicos y lúdicos. Miguel Ángel Muñoz registra, en este texto, un amplio panorama sobre la obra de pintores hispanos, norteamericanos, europeos, entre otros autores  de trascendencia mundial.

En “El espacio vacío”, la experiencia crítica de Miguel Ángel Muñoz se articula a partir de dos categorías centrales de la estética: la epifanía y el asombro. Ambas constituyen una trama con otras dos categorías, específicamente, modernas: el genio y el gusto. En la página 110, Muñoz fundamenta la pintura en las artes mediante el genio que la produce y establece el principio del gusto y la pasión del autor como principio crítico de cualquier obra pictórica. Cito a Muñoz: “Dentro de la estructura pictórica de Esteban Vicente, dibujo y pintura nunca han vivido en idilio. Se acusan y critican. Una cosa es evidente: ambas divagan en la paleta del artista, se sirven de ella aunque con diferentes fines, y existe algo que los acerca más: hay pintores que se sirven del dibujo para crear su obra y hay dibujantes que se sirven de la pintura para inventar abismos. En ambas formas, el espacio está enterrado”.

Desde esta perspectiva, la obra de Muñoz constituye un proyecto estético visionario del arte moderno y la invención de un lenguaje de lo visual, preocupado por la correspondencia entre lo creativo y lo imaginario.

Los textos de Miguel Ángel Muñoz son atendibles por muchas razones, especialmente porque se trata de una mirada que condensa un entramado intelectual cuyos referentes teóricos y poéticos sobrepasan en mucho a los que pueden escribir la mayoría de los profesionales de la crítica-crítica de artes. Añado que están escritos desde una prosa que exalta algo tan obvio y necesario en materia de literatura como es el placer de la lectura: prosa poética, mirada inspirada, pasión crítica.

Estas experiencias y saberes, la del poeta y la del crítico, se interconectan en una aventura común. Octavio Paz ha descrito esta aventura de la manera siguiente: “La pintura nos ofrece una visión, la literatura nos invita a buscarla y así traza un camino imaginario hacia ella. La pintura construye presencias, la literatura emite sentidos y después corre tras ellos”.

Si el ojo se cierra o se abre no es sólo por haber cumplido un acto; ¿no lo hace también porque ya resulta inútil el acto mismo de ver? Así nace el silencio y el espacio vacío, en gran parte de las obras que analiza Muñoz.

Sin duda, la propia existencia de Muñoz, a pesar de su corta edad, una existencia vivida con intensidad intelectual poco común, verdadero ciudadano del mundo, y su infinita curiosidad, ayuda a larvar una visión multifacética y multicultural, una mirada plural que el mismo Muñoz introduce en disímiles vericuetos de la rica y compleja historia que le ha tocado vivir.

Sus relaciones con otros creadores de valía, en particular artistas plásticos como Antonio Tápies, Mark Rothko, José Luis Cuevas, Eduardo Chillida, Albert Ráfols-Casamada, Rafael Canogar, Jordi Teixidor, Richard Serra, Chema Madoz, Roberto Matta, Ricardo Martínez, Miguel Barceló, Esteban Vicente, por solo citar algunos de los más representativos, ha contribuido a vincular conocimientos, enfoques y punto de vista que han ido a parar con lucidez en este libro.

En una reciente visita que hiciera a su apartamento en el Distrito Federal de México quedé gratamente sorprendido al observar la colección exquisita de piezas, dibujos y lienzos que posee, todos donados por sus amigos pintores, quienes aparecen en estas líricas páginas.