Hay un mayor general del ejercito, muy rico, otrora poderoso, imputado y preso. Un coronel de la policía igualmente imputado. Un general de la fuerza aérea cuyo nombre aparece vinculado a la Operación Coral que pone su cargo a disposición del Presidente. Medios de prensa dan cuenta de un encuentro de oficiales de alta graduación en la Alameda donde supuestamente discutieron raptar a Doña Miriam German. Esta es una versión sumaria y parcial del accionar de la Procuraduría General de la República la tarde del sábado pasado 24 de abril y otras publicaciones.
En la calle no se habla de otra cosa y tanto en salones como en redes se especula con miedo, furor, esperanza, alegría o desconcierto.
¿Quienes tienen miedo y a qué? Los corruptos, claro está tienen miedo, pero no solo ellos. Los que alguna vez tuvieron responsabilidad de investigar y sancionar pero no lo hicieron también tienen miedo. Los que dentro de este mismo gobierno presumen jactanciosos del poder pero nunca han vivido una crisis política en la cual graduarse de hombres también tienen miedo. Los que siempre tienen miedo, de todo y de cualquier cosa, también tienen miedo ahora y se preguntan hasta dónde van a llegar las investigaciones, cuantas complicidades serán reveladas y cuales serán las consecuencias.
El país de la gente común, de los que solamente hemos sido víctimas y nunca victimarios vive un inusitado furor. Casi no se lo pueden creer que un grupo numeroso de jerarcas arrogantes, políticos de primera plana y negociantes “come siempre” como indicaba un amigo estén viviendo en zozobra, amenazados por una posible investigación y potencialmente enjuiciables. Por primera vez las malas noches de los hambrientos ceden el protagonismo a las pesadillas de estos poderosos.
Para los que han hecho del quehacer político un apostolado, para los que en vano han deseado y han perseguido sueños de justicia la esperanza nunca estuvo mas viva y aunque la duda está, aunque subyace una dosis de escepticismo esa parte del país se siente y se descubre representada por las gestiones en marcha. Aunque estamos aun muy lejos de que se haga justicia entienden perfectamente claro que estamos en el camino para lograr que se haga y si eso es rutina en otros países aquí sienta precedente y es un caso absolutamente extraordinario.
Alegría inefable, desconocida y desbordante es la que se percibe en todas partes porque ese mismo pueblo que Danilo Medina humilló y despreció, toda esa ciudadanía que vestida de Marcha Verde recorrió avenidas, plazas y bulevares reclamando en vano que se hiciera justicia, todo ese pueblo y todo ese mundo está admirado viendo y alegrándose de que, al fin, estén pasando factura. Y no es poca cosa y la gente lo sabe, lo vive, se lo goza y lo disfruta no porque disfruten la desgracia ajena sino porque vivieron la propia demasiado tiempo sin recibir a cambio ni siquiera una satisfacción. Porque Danilo Medina entendió que este pueblo no se merecía ni siquiera eso.
También hay algún desconcierto porque mucha gente teme cuando los civiles arrestan a los militares. La sombra, el espectro de golpes de estado, de ultimatums de jefes uniformados a la autoridad civil, de maniobras y alianzas ente generales y negociantes o entre estos y políticos preocupan a mas de uno. Y, en países como el nuestro siempre hay peligro pero ahora la historia es diferente.
Las fuerzas armadas y la policía fueron intencionalmente corrompidas por el PLD y así como no serían capaces de defender la patria ni proteger a la ciudadanía en caso de necesidad extrema, así tampoco están en condiciones de plantearse ni proponerse alterar el orden constitucional. No por ahora.
Los peligros a la estabilidad, la gobernabilidad y la seguridad pública si existen pero se alojan en una facción del propio PRM abanderada por Hipólito Mejía, aliada al danilismo y con potencial para, en caso de que el gobierno cometa errores importantes, activar al narco y tirar gente a la calle a hacer desórdenes con miras a crear una crisis de estabilidad que eventualmente obligue al gobierno a suspender o reducir el alcance de la investigación y persecución judicial.
En realidad y a decir verdad; no es solamente Hipólito Mejía. Hay numerosos ejemplares políticos en varios partidos que están acostumbrados a la vieja política, a la marrulla, el conciliábulo. Quieren seguir como antes, chupando del Estado, viviendo de la política sin entender que el tiempo, el país y la historia cambiaron. Y, si bien es cierto, que lo que ellos quieren es lo que siempre tuvimos en el pasado y esa certeza los alumbra, no es menos cierto de que el conjunto de situaciones internacionales y locales determinan un rumbo y un desenlace distinto.
El Presidente Abinader afirmó hace apenas unos días que la justicia goza de buena salud y “no reconoce vacas sagradas". Esa afirmación es mas un testimonio de intención que una verificación de hecho. Nosotros, los ciudadanos, organizados o no, somos quienes tenemos que robustecer, acoger, respaldar y blindar ese esfuerzo porque, lo que nos estamos jugando aquí es volver a lo mismo de antes o edificar un país nuevo y mejor. A mi juicio, ninguna carretera, puente, hotel, puerto, planta o decisión de política económica, monetaria, crediticia o fiscal, ninguna reforma semejante por mas oportuna y necesaria que sea puede superar en importancia y trascendencia la gloria derivada de restaurar la credibilidad, autoridad y solemnidad de la justicia.
Por eso nació y por eso respaldo la campaña apoyando la gestión de la procuradora Miriam Germán iniciada por RESCATE DEMOCRATICO el pasado 20 de febrero.