Llegué a Santiago de Chile a principios del 1973 becado por la OEA para realizar mis estudios de post grado en estadísticas y matemáticas.

Esto fue en el Centro de Enseñanza de Estadísticas y Matemáticas (CIENES), ubicado en el campus de la Universidad de Chile, sede norte de la capital. Uno de los Centros más prestigioso de América Latina y reconocido mundialmente por la calidad de sus profesores que procedían de diferentes países.

El curso era de 25 alumnos máximo, 90% extranjeros y todos graduados en distintas profesiones, desde ingenieros, financistas, economistas y administradores de empresa.

Era duro, demasiado duro para profesionales como yo que venían de graduarse en economía en la UASD, pero con una formación matemática limitada. Asistíamos 8 horas a clase diario y otras 5 para estudio.

La noche del 10 septiembre nos reunimos en un apartamento ubicado en la calle Morande, a una cuadra del Palacio de la Moneda. Éramos 5 estudiantes que nos preparábamos para un examen de econometría y no habíamos dormido en toda la noche.

En la madrugada del 11 de septiembre decidimos descansar un poco ya que la pensión donde residíamos quedaba a unas 20 cuadra del centro y casi frente a la universidad donde se ubicaba el CIENES.

Unas dos horas después, a eso de las 8:00 a.m., comenzó a escucharse el rugido de varios aviones de combate que volaban muy bajo sobre el Palacio de la Moneda ya que lo observamos desde el balcón del apartamento.

Minutos después se escucharon los estruendos de los bombardeos sobre el Palacio de gobierno, y el pánico no se hizo esperar. Recogimos ropa y libros y arrancamos para nuestra pensión en una carrera que duró 17 minutos para cubrir una distancia de unos 6 kilómetros. Corrimos como locos mientras las bombas caían muy cerca ya que teníamos que cruzar la Avenida Alameda para llegar a nuestro destino.

Ya en la pensión llamé al agregado militar de la embajada para preguntarle sobre lo que estaba pasando. Solo me dijo “derrocaron a Allende, cuídate que salgo del país”. Hoy se cumplen 46 años de ese acontecimiento.

Días después nos enteramos del asesinato del amigo Juan Blanco Genao, supuestamente apresado cerca de una estación de tren. Su cuerpo nunca fue encontrado.

A los 3 días del golpe se desató una cacería de brujas contra todos los extranjeros, calificados por el régimen militar de comunistas infiltrados.  Soldados fuertemente armados llegaron a la pensión donde residíamos y nos sacaron a patadas. Nos llevaron a la sede de los carabineros y nos interrogaron por varios días y con torturas frecuentes. No volví ver a mis compañeros.

Insistí que era dominicano y becado de la OEA, porque ellos juraban que era cubano y agente del castrismo. Me mostraron fotos asistiendo a mítines de Allende y a un partido de basquetbol donde jugaba nada menos que Fidel Castro en su visita a Chile en mayo del 1973.

Eso lo complicó todo y de ahí vino lo peor. Rebaje unas 50 libras en un mes porque casi no comía y el miedo a morir me consumía.

Por gestiones de la cancillería dominicana gracias al vicepresidente Carlos Goico Morales, cuya hija Beatriz se había casado con mi primo Gerardo Bobadilla Malkun, logré permanecer el último mes en Chile bajo arresto domiciliario hasta que me deportaron el 20 de diciembre, vía Perú llegando a Santo Domingo tres días después.

Para esa fecha tenia 100 libras menos y cuando llegué en taxi al hogar de mi madre en el Barrio San Miguel el 23 de diciembre, donde dejé a mi esposa con mi hijo recién nacido, nadie me conocía. Fue una sorpresa impactante porque nunca tuve oportunidad de anunciar mi llegada.

Mi título del CIENES llegó 5 meses más tarde a Santo Domingo, ya que había cubierto el 93% de mi carrera con muuuuuuucho sacrificio más allá de las matemáticas.

El golpe contra Allende fue financiado por Estados Unidos por temor a una repetición del caso cubano. Eso era inadmisible en plena guerra fría.  La huelga de los transportistas financiada por la CIA vació los mercados de la capital y para conseguir pan la cola duraba horas.

Pero Allende, era un socialista moderado que llegó al poder en unas elecciones libres, no con una revolución comunista tipo Fidel. Tampoco instauró un régimen comunista porque todos los medios de comunicación decían lo que les viniera en gana y los empresarios y la iglesia vivían conspirando contra el régimen.

Juan Bosch, gran admirador de Allende, fue derrocado 10 años después bajo la misma trama anticomunista orquestada por empresarios y la iglesia, lo que desembocó en una revolución donde se perdieron miles de vida.

Y lo más grande del caso es que Allende solo hubiera durado un periodo presidencial porque las simpatías hacia el habían mermado mucho y era seguro que los demócratas cristianos hubieran vuelto al poder dos años después.

¿Para qué tumbarlo y matarlo si le faltaban dos años de gobierno y porque matar a más de 5,000 personas para que Pinochet se mantuviera en el poder? Un maldito militar, obsesivo y criminal que terminó siendo también un demostrado corrupto condenado por la justicia.

Lo lamentable es que hay gente que habla del Chile de Pinochet y su milagro económico como si ese país fuera antes de Allende una especie de Haití y no uno de los mas avanzados de América Latina con 70 años de democracia.

Por algo miles de estudiantes de todo el mundo escogían a este país para sus estudios avanzados. Era la sede de CEPAL y un refugio de intelectuales que huían de las dictaduras militares que prevalecían en la mayoría de los países de América Latina. No era comunismo sino supervivencia.