La extraordinaria inversión hecha en la construcción de la primera línea del Metro, desde Villa Mella hasta La Feria, no fue para que solo circularan tres vagones atestados de pasajeros.

Según informaciones oficiales de la época de su inauguración – 2009 – la inversión total en la construcción del sistema de la Línea 1 fue de 700 millones de dólares, aunque posteriormente se ha informado que el monto ascendió a cerca de 800 millones.

Toda la infraestructura, es decir, rieles, puente, túneles, trenes y vagones coches fueron diseñados y construidos para transportar seis (6) vagones simultáneamente y unos 355 mil pasajeros diarios. Sin embargo, ocho años después de iniciar sus operaciones el Metro solo viaja con la mitad de su capacidad, es decir, tres vagones y transporta poco más de 170 mil pasajeros por día y en muy malas condiciones.

Resulta patético ver cada mañanita las 16 paradas de la Linea1 repletas de pasajeros esperando la oportunidad – después de varias pasadas del Metro sin cupo ninguno – para conseguir una esquinita en la que llegar retrasado a su destino.

Mirándolo bien, tres vagones son, literalmente, tres autobuses OMSA pegados.

Los dominicanos que han viajado a los Estados Unidos, Europa o a otras naciones de América Latina, han observado que el Metro regularmente tiene cinco, seis y hasta 8 o más vagones, dependiendo de la ruta y la ciudad. No diremos que el nuestro tiene que tener las dimensiones del Metro de Sao Paolo o Nueva York, por ejemplo, pero llamar Metro y “solución vial” a tres vagones en rieles es una barbaridad en términos de ineficiencia económica.

Su desarrollador, Diandino Peña, no pudo expresar con mayor elocuencia la superficialidad en la proyección general del impacto del Metro y la consecuente evolución de la demanda de ese mismo servicio en el corto plazo, cuando en ocasión de la llegada del primer vagón de la Línea 1 dijo a la prensa:

“Inauguramos hoy un desmonte gradual del gran problema que representa para el país la movilidad de los munícipes. Con la llegada de este vagón nos aproximamos a la solución definitiva al problema del transporte en la capital extensiva a todo el interior país”

La realidad es que esa multimillonaria inversión ha mejorado sustancialmente la calidad y costo del transporte para miles de pasajeros con acceso a la línea, pero no ha servido para aminorar en un ápice los largos y pesados atascos en la ruta entre Villa Mella y Santo Domingo.

Sucede a veces que los gobiernos identifican con facilidad ciertos acuciantes problemas de servicios públicos, pero raramente tienen claro cuál es la mejor solución de los mismos y el impacto real que tendría la “solución construida” en la dinámica de la demanda del mismo servicio.

Por ejemplo- y para dar una pista -, algunos especialistas consideran que en Villa Mella uno o dos puentes más sobre el rio Isabela contribuirían enormemente a eliminar tapones, abaratar costos y facilitar el tránsito hacia y desde la capital.

Además, por otro lado, desde los inicios de los trabajos de la Línea 1, las migraciones desde el Distrito Nacional y otras regiones hacia Villa Mella y sus vecindades se disparó en una escala asombrosa, generando un incremento de la demanda de transporte muy superior a la nueva oferta que representaban los tres vagones del Metro.

Esperemos que este tipo de enfoques no se reproduzca con el proyecto del Teleférico, y otras iniciativas anunciadas sobre peliagudo problema del transporte público en el Gran Santo Domingo.

El Metro, los elevados y los túneles fueron anunciados en su ocasión como “hoy son tapones y mañana soluciones”, y tenemos casi una década después que se agravaron los tapones y seguimos sin soluciones.

Ampliar las rutas existentes del Metro y construir una tercera, así como el Teleférico, no son iniciativas negativas per se, pero debemos evitar gastar miles de millones de dólares para solo utilizar la mitad de las capacidades creadas.